DONDE TERMINAN LAS SOMBRAS
Me vi antes de llegar.
No es una metáfora. Me vi. Mi sombra ya estaba ahí, plantada en el asfalto como si llevara esperándome toda la vida.
Apoyada en la barandilla, con ese aire de estatua cansada, proyectaba una versión de mí mismo que no reconocía del todo. El perfil era el mío, sí, pero había algo desplazado, como cuando alguien te llama por tu nombre y tarda un segundo de más en pronunciarlo.
A su lado, otra sombra más borrosa —flores, quizás, o un animal que nunca existió— le hacía compañía. No sé si la protegía o la acechaba.
El suelo ardía. El sol caía como una verdad que nadie ha pedido. Y yo ahí, parado frente a mí.
Pensé en irme, seguir andando como si nada. Pero hay momentos en los que uno no puede huir ni de su sombra. O, peor aún, momentos en los que la sombra va por delante.
Y eso, créeme, duele más que cualquier despedida.
Llevaba días sintiéndome así: duplicado, desplazado, desenfocado. Como si mi vida ocurriera en otra parte y yo solo fuera un eco con nombre.
Ahí entendí por qué.
No era el sol.
Era yo, proyectado desde lo que ya no soy.
La barandilla me rozaba el costado. El calor subía desde el suelo, directo al pecho. Las sombras no se movían. Esperaban algo.
Y entonces lo supe:
Tenía que dejarme atrás.
No es fácil deshacerse de uno mismo. Hay gestos que se pegan como cicatrices. Miradas que no sabes si fueron tuyas o de quien te miraba.
Pero hay que hacerlo. A veces, hay que dar un paso que te borre para volver a empezar.
Me giré. Caminé hacia otro lado, hacia ninguna parte.
Y no miré si la sombra me seguía.
No por valentía, sino por respeto.
Hay cosas que merecen quedarse ahí, tendidas al sol, soñando con ser otra cosa.
«Una simulación de una tormenta no moja a nadie; de igual modo, una simulación de comprensión no comprende nada» (John Searle, nacido el 31 de julio de 1932 y que hoy le deseamos que cumpla muchos más ... si es para regalarnos frases como la que ponemos hoy. Y si, va de la inteligencia artificial)
Y que cumplas muchos más de los 47 de hoy tocando la batería como la tocas, aunque sé de dos que nunca más os irán a ver a un concierto, no vaya a ser que salgan en la tele.
Mapa estel·lar
Et vaig buscar per satèl·lits, telescopis i somnis.
Eres una espurna a les fotos borroses dels records,
una tremolor en la veu quan deia el teu nom en silenci.
Quan tothom em deia que deixés de mirar amunt,
que les estrelles no abracen, que les galàxies no tornen trucades,
jo dibuixava el teu somriure a cada constel·lació inventada.
I una nit —potser un error de l’univers—
vas caure. Directa. Dins meu.
Des d’aleshores, el cel té menys estrelles.
Però el meu cor, una galàxia sencera.
Y hoy, porque acaba el mes o porque empieza otro dentro de unas horas o porque Colplay me encanta, bonus track: Viva la Vida!