miércoles, 16 de julio de 2025

LA DIETA DEL AIRE

—¿En serio, solo aire?— preguntó Julia con escepticismo, mientras miraba desconcertada el vídeo que le mostraba su amiga Sara.

—Lo llaman "nutrición consciente aérea", Juli— respondió Sara con convicción—. Dicen que basta con respiraciones profundas para llenarte de energía vital y no necesitas comer. Imagínate el ahorro en comida y la figura perfecta para el verano.

Julia arqueó una ceja, pero no dijo más. Sabía que intentar disuadir a Sara cuando se obsesionaba con una nueva tendencia viral era inútil. Además, en el fondo le resultaba divertido ver hasta qué punto llegaban las ocurrencias del mundo influencer.

Durante los días siguientes, Sara empezó su rigurosa dieta aérea, grabándose diariamente inhalando y exhalando con teatralidad frente al espejo, y subiendo religiosamente sus "progresos" a TikTok e Instagram.

"Día 3: Me siento ligera, como una nube. 🌬"

"Día 5: Mi energía se ha disparado, ¿seré un globo aerostático? 🎈😂"

Los comentarios inundaban sus publicaciones con admiración y dudas intrigadas, mientras la cuenta de seguidores se disparaba.

Al décimo día, Sara se sentía mareada y débil. Su cuerpo, visiblemente demacrado, exigía a gritos algo sólido. Julia, preocupada por la creciente palidez de su amiga, decidió intervenir.

—Sara, estás transparente, deja ya esa tontería y come algo— insistió Julia.

—Estoy bien— susurró Sara con la voz quebrada, tratando de mantener su sonrisa para un último vídeo—. Solo necesito respirar un poco más.

Fue entonces cuando, en medio de una dramática inhalación, Sara perdió el conocimiento. Despertó horas después en el hospital, con Julia sentada a su lado, claramente irritada pero aliviada.

—Enhorabuena, influencer— le dijo Julia con un sarcasmo cariñoso—. Has conseguido que tu dieta se vuelva realmente viral. Todo el hospital habla de la chica que pensaba vivir del aire.

Sara sonrió con vergüenza, reconociendo por fin la gravedad de su absurda obsesión.

—Prometo que la próxima vez que quiera volar, compraré un billete de avión— respondió Sara con una débil sonrisa—. Y la próxima dieta que haga será a base de pizzas.

 «Un idioma vive mientras sirva a los fines de comunicación de una comunidad» (Otto Jespersen, nacido el 16 de julio de 1860. Yo añadiría a su frase “y mientras otr@s no quieran imponer el suyo”)

Y que cumplas muchos más de los 73 de hoy y te enviaré mi felicitación en un mensaje que meteré en una botella y la tiraré al mar. Si te llega me contestas por el mismo sistema. Por cierto, el mar no sabe escribir pero habla.

Amfíbia esperança

Cada matí, abans que sortís el sol, en Llorenç deixava un missatge dins una ampolla i el llançava al mar des del pont del port vell. Ningú sabia per què ho feia, ni què deien els papers.

Alguns deien que era un ritual per oblidar una pena antiga. D’altres, que era un joc secret amb un déu menor de les onades.

Un dia, a la platja del costat, una dona recollí una ampolla. Somrigué en llegir: “Ajuda’m. Sóc aquí.” I escrigué al revers: “Jo també.”

Des d’aquell dia, el mar contestava.


 

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