lunes, 6 de mayo de 2024

PRIVATIZAR LAS ELECCIONES


En el corazón de la República de Absurdistan, donde la cordura se tomaba vacaciones indefinidas y la lógica se diluía en el mar de la burocracia, reinaba un ambiente tan denso como el humo de un puro barato. El país, otrora próspero y vibrante, se encontraba al borde del precipicio económico, con las arcas tan vacías como la cabeza de un político en campaña.

En medio de este panorama desolador, el presidente Bonifacio IV, apodado "El Iluminado" por su peculiar visión del mundo, convocaba a su gabinete de ministros, un grupo variopinto de personajes tan excéntricos como el propio mandatario.

Doña Cándida, la ministra de Hacienda, mujer de rotundas curvas y mente aún más afilada, se dirigió al presidente con un gesto de resignación: "Su Excelencia, las arcas están más secas que el desierto del Sahara. No podemos permitirnos el lujo de unas elecciones."

Un murmullo de preocupación recorrió la sala. Las elecciones, piedra angular de la democracia absurdistana, estaban en peligro. Don Pancracio, el ministro de Asuntos Internos, un hombre bajito y regordete con bigote de morsa, intervino: "Pero, ¿cómo vamos a elegir al nuevo gobierno sin elecciones?".

"¡Pues privatizándolas, hombre de poca fe!", exclamó Bonifacio IV, golpeando la mesa con su puño. "Que las empresas de encuestas se encarguen del trabajo. ¡Ellas sí que saben cómo contar votos!".

La idea del presidente, aunque tan absurda como el resto de sus ocurrencias, tenía algo de lógica. Las empresas de encuestas, con sus sofisticados algoritmos y ejércitos de encuestadores, eran expertos en predecir el comportamiento del electorado. ¿Por qué no dejarles que hicieran el trabajo por ellos y ahorrarse un dineral?

Así nació la iniciativa "Elecciones 2.0", una brillante idea, según Bonifacio IV, que prometía revolucionar el sistema electoral y convertir a Absurdistan en la vanguardia del progreso democrático... o al menos eso era lo que él pensaba.

En las semanas siguientes, el gobierno lanzó una licitación pública para contratar a la empresa de encuestas que mejor se adaptara a sus necesidades. Las propuestas no tardaron en llegar, cada una más extravagante que la anterior. Una empresa ofrecía encuestas predictivas basadas en el análisis de las redes sociales, otra proponía utilizar drones equipados con cámaras para contar las filas en los mítines, y una tercera incluso sugirió realizar encuestas a los perros del país, argumentando que su olfato infalible podía detectar las verdaderas preferencias del electorado.

Tras arduas deliberaciones, el gobierno se decantó por una empresa tradicional que prometía un enfoque más sobrio y científico. La empresa se puso manos a la obra, realizando encuestas a miles de ciudadanos absurdistanos sobre sus preferencias políticas. Los resultados, procesados por una supercomputadora del tamaño de un estadio de fútbol, fueron revelados con gran pompa y ceremonia.

El día del anuncio oficial, la plaza central de Absurdistan se llenó de expectantes ciudadanos. En una tarima elevada, Bonifacio IV, flanqueado por sus ministros, sonreía de oreja a oreja. "¡Compatriotas!", exclamó con vozarrón retumbante, "¡el momento que todos estábamos esperando ha llegado! ¡Gracias a las maravillas de la tecnología y la iniciativa privada, por fin conocemos el resultado de nuestras elecciones!".

Con un gesto dramático, el presidente desplegó una pancarta gigante que mostraba el rostro del ganador: Doña Ubaldina Tranquilis, una anciana viuda conocida por su afición a tejer bufandas y por su profunda desconfianza en los políticos.

Un silencio sepulcral se apoderó de la plaza. Los ciudadanos se miraron entre sí, incrédulos. Doña Ubaldina, que se encontraba entre la multitud, se desmayó al ver su rostro en la pancarta.

Bonifacio IV, ajeno al desconcierto general, continuó su discurso: "¡Felicidades a la nueva presidenta! ¡Que su mandato esté lleno de paz, prosperidad y bufandas tejidas a mano!".

Las elecciones privatizadas de Absurdistan habían sido un éxito rotundo, al menos en términos de ahorro económico. Sin embargo, el sabor a democracia prefabricada dejó un regusto amargo en la boca de los ciudadanos. 

“Educación es lo que la mayoría recibe, muchos transmiten y pocos tienen.”

(Karl Christian Friedrich Krause, nacido el 6 de mayo de 1781 alemán de pura cepa como indica su nombre. La frase con la que no puedo estar más de acuerdo debería añadir: y a muchos les resbala)

Y que cumplas muchos mas de los 56 de hoy para poder cerrar todas las heridas que tengas.

Ferides silenciades

En un racó íntim de la memòria, s'amaga una ferida, una cicatriu tatuada per la crueltat del temps. Un record punxent que emergeix en moments inesperats, com un fantasma insistent. La ment intenta embastar-lo, tapar-lo amb capes d'oblit, però la seva empremta roman indeleble.

Pesar d'allò inacceptable, el cor s' aferra a la curació. Com un arbre arrela't a la terra, busca la força per regenerar-se. Cada batec és un pas en el camí de la sanació, un tendre llençol que cobreix les ferides. La música, com un bàlsam suau, acaricia l'ànima i acompanya en el silenciós procés de reconstrucció.

Amb el pas del temps, la ferida es transforma. Deixa de ser un abisme de dolor per convertir-se en un record, una cicatriu que parla de resiliència. La lluita per sanar ha deixat una empremta indeleble, un testimoni de la força interior que resideix en l'esperit humà.

 

 

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