miércoles, 2 de abril de 2025

SILENCIO DE BRONCE 


Desde hace siglos no parpadea.

No lo necesita.

El Gran Buda de Kamakura lo ha visto todo: tifones que desnudan los tejados, niños que juegan a esconderse bajo su sombra, ancianas que susurran oraciones que ya no esperan respuesta. Una vez, incluso, un turista borracho intentó treparle por el dedo meñique. No lo juzgó.

Hoy, sin embargo, algo cambia. Un cuervo se posa en su hombro izquierdo y le susurra una verdad:

—Ya no creen en ti, solo te fotografían.

El Buda no mueve ni un músculo —porque no tiene—, pero dentro, una grieta minúscula, más antigua que la propia estatua, se estira apenas un milímetro.

Si alguien pudiera escuchar el silencio de bronce, oler la humedad que emana del cobre oxidado, sabría que está triste. No por él. Por nosotros.

Pero nadie lo hace.

Solo queda el clic de una cámara.

Y el cuervo, que alza el vuelo con una carcajada muda.


No hay comentarios:

Publicar un comentario