martes, 2 de septiembre de 2025

LA FLOTILLA INVENCIBLE

La llamábamos almirante por cortesía, porque con dos charcos ya hablaba de océanos. Ada Recolau se plantó en el patio interior con botas de goma, gorra torcida y una fregona a modo de estandarte. Anunció zarpada. Tambores: cucharas contra cubos. Nuestra flota invencible: barquitos de papel con nombres serios—Alquiler, Currículum, Dignidad, Pensión—flotando en una lámina de agua que ni para pez betta.

—¡Alinead proas! —ordenó.

Zarpamos. Tres metros. Tal vez cuatro. En la curva del desagüe a babor, la almirante palideció.

—Un momento… ¿alguien trajo biodramina?

Silencio de muelle fantasma. Olía a lejía y a vergüenza. El Comisario de Galletas (cargo electo cinco minutos antes) le recordó que también se habían olvidado las provisiones para la travesía: agua, bocatas, una triste manzana, lo que se lleva cualquier expedición seria que piensa cruzar el Mediterráneo del patio hasta el felpudo. Viramos en redondo entre risas enlatadas. Desde las barandillas, vecinas con bata hacían de gaviotas.

—Yo no mandé a la Flotilla a luchar contra los elementos —declamó Ada, con una dignidad sólo comparable a una percha vacía.

Reaprovisionamiento: dos bolsas del súper, un blister de pastillas contra el mareo, una brújula del chino. Segunda zarpada. Tres metros y medio heroicos. Entonces, minuta de crisis: la almirante recordó que también había olvidado las servilletas para el protocolo de abordaje y, de paso, el mapa del archipiélago (el portal, el rellano, el ascensor). Segundo regreso. El mar, impasible; nos devolvió sin exigencias.

—Invencible no es quien gana —dictó Ada, sin mirarnos—. Es quien vuelve.

Volvimos mucho. Tercera zarpada: mareo preventivo, provisiones duplicadas, discurso listo. Alquiler encalló en una colilla, Dignidad hizo agua por la línea de puntos, Currículum giró en círculos como si buscara referencias. Pensión resistió por pura inercia hasta el sumidero, donde fue condecorada con un remolino. Ada saludó al público inexistente y ordenó retirada estratégica hacia la portería.

Al cierre de la campaña naval, redactamos parte de victoria: “La Flotilla invencible realizó tres operaciones de ida y vuelta por causas mayores (biodramina, intendencia y protocolo) y evitó con éxito el enfrentamiento directo con los elementos”. Lo firmó la almirante con trazo firme, sobre una servilleta recién comprada.

Cuando el patio secó, nos quedó la certeza: no hay marejada más peligrosa que olvidar lo básico. Y la risa, esa sí, vino a oleadas.

“Hoy… la Iglesia se esfuerza por demostrar que sus enseñanzas son compatibles con las de la Ciencia; en otras palabras, la Iglesia reconoce a la Ciencia como autoridad superior.” (Quién dijo esta verdad como un templo –sin connotaciones religiosas- fue Wilhelm Ostwald, nacido el 2 de setiembre de 1853; a él se le daba muy bien la química por eso le dieron el Nobel en el año 1909) 

El caballero que aparece en el vídeo tocando el teclado cumple hoy  68 años y le deseo que cumpla muchos más en compañía de su grupo. Estos lo agradecerán porque, además, les compone un montón de canciones.

No pengis, encara

El telèfon vibra com un peix a la galleda. “Hold the line”, diu la veu en l’aire condicionat del supermercat. Jo faig cua entre taronges i decisions que fan olor de pell mullada. L’amor no arriba a l’hora, arriba quan el pin clava. Mantinc la línia: no penjo, no fugo. A l’altra banda, el teu silenci fa llum intermitent. El caixer pregunta si vull bossa. Dic que no; ja en porto una al pit. La trucada es talla. La cua avança. Jo també.

 

 

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