viernes, 14 de marzo de 2025

EL ECLIPSE DE LA LUNA DE SANGRE


La noche se encogió bajo el resplandor rojizo de la luna. En la colina, Elena cerró los ojos y respiró hondo. Su madre le decía que los eclipses eran puertas, momentos en los que el mundo se tambaleaba lo suficiente como para que algo se colara entre las grietas.

Recordó la última vez que él estuvo allí, con las manos en los bolsillos y la voz temblorosa. No podemos seguir, Elena. No es real. Pero ¿qué era real? ¿Los latidos o su ausencia?

El cielo vibró con un rumor sordo cuando la sombra terminó de engullir el disco lunar. Elena extendió la mano, como si pudiera arrancar ese rojo hiriente del cielo. Entonces lo sintió. Un aliento tras ella. Un roce en la nuca.

—No debiste llamarme —susurró la voz que llevaba un año muerta.

El eclipse terminó. La luna volvió a brillar en su pálida frialdad. Y Elena quedó sola, con la certeza de que algunas puertas solo se abren para dejar salir lo que jamás debería volver.


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