LA
BANDERA BAJÓ SIN HACER RUIDO
La noche que dimitió Gorbachov
yo tenía la edad exacta en la que uno cree que la Historia es una película y
que, si te la pierdes, la repiten.
En el salón —un salón de los
de entonces: tele con culo, manta con bolitas, radiador que sonaba como una
garganta vieja— mi padre bajó el volumen de la conversación como si se bajara
la fe. Mi madre pelaba mandarinas. Yo mordía una y notaba ese ácido limpio que
te despierta la lengua y te promete una vida distinta… sin especificar cuál.
En la pantalla apareció él,
Mijaíl Gorbachov, con esa calma de hombre que se despide sabiendo que lo miran
millones y, aun así, está solo. Habló, dimitió, y con una frase que no recuerdo
palabra por palabra —pero sí por piel— nos dijo: hasta aquí. Era 25 de
diciembre de 1991, una Navidad sin villancico, con la solemnidad rara de los
finales sin explosión.
Mi padre soltó:
—Ya verás. Ahora todos
felices, todos libres.
Lo dijo con una ironía que le
venía de fábrica, como los botones duros de los abrigos.
Luego vino lo que más se me
quedó: no una firma, no un discurso, sino una bandera. La bajaron del Kremlin
como se baja una sábana después de una noche larga: sin orgullo, sin rabia, con
ese pudor triste de lo que ya no sirve. Y subió otra. Un cambio de tela y, de
pronto, una vida entera tenía que aprender a llamarse distinto.
En casa nadie aplaudió. Nadie
lloró. Solo se oyó la cáscara de la mandarina romperse y el radiador
insistiendo en su tos metálica. Yo pensé en la palabra “Unión”, y en lo rápido
que una unión puede convertirse en “Comunidad” —esa palabra que suena a vecinos
que se saludan por educación y se denuncian por el ruido. La URSS se disolvía;
la CEI nacía con un nombre que parecía una mudanza hecha con prisas.
Años después entendí que las
grandes caídas no siempre hacen estruendo. A veces solo cambian el rótulo de la
puerta.
Y tú sigues dentro, con la
mandarina en la mano, preguntándote si lo que se acaba de derrumbar era un
país… o una manera de creer.
«Venid a mí todos los que
estáis trabajados y cargados, que yo os haré descansar.» (Jesús de Nazaret,
nacido tal día como hoy de hace 2025 años y sobradamente conocido por tod@s. Aunque
era el hijo de dios y todo lo podía, no consta que fuera el “inventor” de la
jubilación lo que podía dar a entender por la frase de hoy)
Tengo que confesar que soy un seguidor de "The walking dead" y me tragué las 11 temporadas de la serie. Y, como no podía ser de otra manera, me encanta la canción del vídeo, Zombie, interpretada por The Cranberries cuyo bajo cumple hoy 54 años.
Crani d’aire
Al súper sona “Zombie”. Jo tallo pa i el
ganivet fa el mateix soroll que les notícies: sec, metàl·lic, repetit. Un nen
arrossega un carretó com si fos un tanc de joguina; la seva mare li diu “no”,
però li surt “ja”. A la pantalla del passadís, una ciutat trencada. A la meva
boca, el gust ranci de la por antiga. Miro les llaunes: totes perfectes, totes
intactes. I, dins del cap, algú torna a cridar sense veu.

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