lunes, 18 de marzo de 2024

INEPTITUDES QUE CUESTAN VIDAS


El filo del cuchillo, frío y reluciente, cortó el aire con un silbido casi imperceptible. Un solo movimiento, rápido y preciso, bastó para segar la vida de la funcionaria, que se desplomó sobre el suelo de la cocina, dejando un reguero de sangre que teñía las baldosas de un rojo oscuro. El recluso, con la mirada enajenada y el rostro pálido como la muerte, contempló su obra con una mezcla de horror y satisfacción.

Un escalofrío recorrió la espalda de los demás trabajadores, que presenciaron la escena con un terror paralizante. El silencio sepulcral solo se vio roto por los gritos desgarradores de una compañera, que se arrodilló junto al cuerpo sin vida de la víctima, sollozando desconsoladamente.

El recluso, un hombre corpulento con mirada sombría, cumplía condena por el asesinato de una mujer. La ironía del destino se manifestaba de la forma más cruel: un asesino de mujeres acababa de segar la vida de otra mujer, en un lugar donde se suponía que la seguridad era la principal prioridad.

Las protestas no se hicieron esperar. Los funcionarios, indignados y aterrorizados, exigían responsabilidades. ¿Cómo era posible que un recluso con un historial tan violento tuviera acceso a un cuchillo? ¿Quién era el responsable de tan negligente decisión?

Las respuestas brillaban por su ausencia. La máxima responsable de la conselleria, una mujer ajena a la realidad que se vivía entre los muros de la prisión, se aferraba a su cargo con uñas y dientes, negándose a asumir la responsabilidad por un crimen que manchaba de sangre las paredes del centro penitenciario.

Mientras tanto, el silencio en la cocina era ensordecedor. El cuchillo, ahora manchado de sangre, yacía en el suelo como un macabro símbolo de la violencia que impregnaba las paredes de la prisión. Un crimen que, a pesar de las protestas y las exigencias de justicia, se convertía en una página más en la oscura historia de un lugar donde la esperanza se diluía entre barrotes, rejas e ineptitud política.

"Recordar es, a veces, el mayor acto de coraje." (John Updike, nacido el 18 de marzo de 1932 leyendo su frase me doy cuenta del porqué tenemos tan mala memoria)

Hoy hubiese cumplido 65 años pero solo estuvo con nosotr@s hasta los 63 dejándonos su fama y ella se quedó fuera por su propia voluntad.


Aquí fora pel meu compte

Ana s'aferra al telèfon, esperant una resposta que no arriba. La solitud l'embolica com una manta freda en aquesta nit d'hivern. Les llums de la ciutat, que abans brillaven com a promeses, ara només semblen reflectir el seu buit.

"No estic preparada per a ser aquí fora pel meu compte", murmura, amb la veu trencada per la tristesa. Les llàgrimes corren per les seves galtes mentre recorda les paraules de la cançó: "Soc com un vaixell sense timó, a la deriva en la mar".

En aquest moment, un missatge arriba al seu telèfon. Un simple emoji de cor. Un petit gest que li recorda que no està sola. Que hi ha algú que la vol i l'espera.

Ana somriu per primera vegada en molt de temps. Sap que encara hi ha molt per recórrer, però ja no és "aquí fora pel seu compte".