domingo, 22 de julio de 2012

El competidor ( y II)



Me ha dejado. Lo veía venir y no he podido hacer nada. De no buscarme nunca cuando estábamos los tres, pasó a querer estar sola con él. Luego, cuando nos encontrábamos, me hablaba maravillas: que si siempre está dispuesto a hacerme el amor,  que si es incansable, que si  tiene un movimiento que me hace temblar de placer, que si se mueve al son que yo le marco, que si nunca se queja. Mi pareja me lo contaba porque sabía que mí me pone que me cuenten esas cosas. Lo habíamos hecho muchas veces, unas eran verdad  otras producto de la fantasía, pero siempre acabábamos follando como posesos. Ahora era diferente: nunca follábamos y la única poseída de algún encanto malévolo era ella. Por eso  llegó un momento en que dejó de decírmelo y comprendí que habíamos llegado al final.  Le pedí explicaciones y no intentó justificarse. Me dijo que quería concentrar todas sus energías en él, que se lo exigía. Le contesté, entre el despecho y la necesidad de encontrarle un defecto a su amante que aliviase mi pena, que fuese con cuidado con el síndrome del túnel carpiano. Es lo que tiene utilizar un consolador aún con vibración.     

domingo, 15 de julio de 2012

El competidor (I)



Me ha salido un competidor. Parece mentira pero debo reconocer que es así. Es un competidor duro que ha encandilado a mi pareja. La tiene fascinada. Y eso que fui yo quien la incitó en traerlo a su lado. Ella decía que no hacía falta, que conmigo tenía suficiente para satisfacer todas sus necesidades. Pero yo insistía e insistía buscando cumplir una de mis fantasías: ver como estallaba de placer ante mis ojos. Un vicio de voyeurismo mal disimulado que se me ha acrecentado con los años. Finalmente aceptó incorporarlo a nuestros juegos y me sentí dichoso,  ignorante de lo que se avecinaba. Al principio sentía algo de reparo cuando estaba yo delante. Tenía esa sensación de culpa de quién cree que te está siendo infiel. Ella es mujer de una sola fidelidad. Consciente de lo que pensaba yo la animaba. Tanto y tan bien lo hice que cada vez cogió más descaro y los orgasmos que le proporcionaba mi contrincante eran más explosivos y frecuentes. Aunque yo disfrutaba con ello me di cuenta que cada vez me buscaba menos.