sábado, 27 de mayo de 2023

            ASALTO AL BANCO CENTRAL: LA CAJA 156 (V)

 


Barcelona, 26 de mayo de 1981

Ana no podía creer lo que veía en los documentos que había sacado de la funda de cuero. Eran unos informes confidenciales que revelaban una trama conspirativa que implicaba a políticos relevantes de aquella época como Felipe González, Leopoldo Calvo-Sotelo, Adolfo Suárez, Santiago Carrillo e incluso al entonces rey Juan Carlos I. Según esos documentos, todos ellos habían pactado un golpe blando para frenar las aspiraciones autonomistas de Cataluña y el País Vasco, y para evitar el avance del socialismo. El encargado de ejecutarlo era el general Alfonso Armada, que debía presidir un gobierno de concentración nacional tras el asalto al Congreso. Pero algo salió mal y el plan se frustró.

Ana no sabía si esos documentos eran reales o falsos. ¿Era posible que hubiera una conspiración tan grande y tan secreta? ¿Era posible que los líderes políticos y el rey hubieran traicionado a la democracia y a la Constitución? ¿Era posible que el golpe del 23F fuera una farsa y que hubiera otro golpe oculto?

Ana tampoco sabía qué hacer con esos documentos. ¿Debía guardarlos o destruirlos? ¿Debía enseñarlos o esconderlos? ¿Debía denunciarlos o ignorarlos? Ana tenía miedo de las consecuencias que podía tener su decisión. Miedo de provocar un escándalo político o una guerra civil. Miedo de ser perseguida o silenciada.

Pero Ana también tenía un sentimiento más fuerte que el miedo: la justicia. Quería que se supiera la verdad sobre lo que había ocurrido el 23F y sobre el asalto al banco. Quería que se castigara a los culpables y se protegiera a los inocentes. Quería que se respetara la democracia y la Constitución.

Y por eso, cuando nadie la miraba, Ana se acercó sigilosamente al teléfono del banco y marcó el número de la policía. Pidió hablar con el inspector jefe Ramón García y le dijo que tenía algo muy importante que contarle. Le dijo que era una rehén del banco y que había encontrado unos documentos que podían cambiarlo todo. Le dijo que quería entregárselos en persona y que le ayudara a salir del banco.

García no podía creer lo que oía. ¿Quién era esa mujer? ¿Qué documentos tenía? ¿Qué podían cambiar? García tenía muchas preguntas y pocas respuestas. Pero también tenía una intuición. Una intuición de que esa mujer decía la verdad y de que esos documentos eran la clave para resolver el caso.

García le dijo a la mujer que se calmara y que confiara en él. Le dijo que iba a preparar un plan para sacarla del banco y para recibir los documentos. Le dijo que no colgara el teléfono y que esperara sus instrucciones.

García colgó el teléfono y se dirigió al gabinete de crisis, donde estaban reunidos los representantes del gobierno, del ejército y de la guardia civil. Les dijo que tenía una noticia importante y les pidió su atención.

García estaba a punto de cambiar el curso de los acontecimientos...

"El dinero no es el problema. Son los principios  (Dashiell Hammett, nacido el 27 de mayo de 1894 en una familia adinerada. Por eso dijo esa frase con mucho principio pero con pocos finales)

Y los 80 que cumpliría hoy, ya no los cumple. Hasta esa canción se la copió un italiano... y eso que era su mundo. Avui també us dessitjo bona nit i que reflexioneu molt perque demà ens espera... ¡la vida!


 

 

viernes, 26 de mayo de 2023

  ASALTO AL BANCO CENTRAL: LA CAJA 156 (IV)


Barcelona, 26 de mayo de 1981

El día amaneció con una noticia sorprendente. El gobierno había accedido a liberar a los cuatro militares implicados en el golpe del 23F, a cambio de que los atracadores liberaran a los rehenes y se entregaran. El ministro del Interior, Juan José Rosón, había anunciado la decisión en una rueda de prensa, tras una larga reunión con el presidente del gobierno, Leopoldo Calvo-Sotelo, y el rey Juan Carlos I. Según Rosón, se trataba de una medida excepcional y humanitaria, motivada por el deseo de poner fin al sufrimiento de los rehenes y evitar un baño de sangre.

La noticia causó una gran conmoción en la opinión pública y en los medios de comunicación. Muchos se preguntaban por qué el gobierno había cedido a las exigencias de los asaltantes, después de haberse negado durante dos días. Otros se preguntaban qué consecuencias tendría la liberación de los militares golpistas, que habían atentado contra la democracia y la Constitución. Y otros se preguntaban qué había detrás de ese cambio de actitud del gobierno, que parecía ocultar algo más.

La noticia también causó una gran sorpresa entre los atracadores y los rehenes. El Rubio no podía creer que el gobierno hubiera aceptado su petición. ¿Acaso era una trampa? ¿O una estrategia para ganar tiempo? ¿O quizás una forma de deshacerse de los documentos que él tenía? El Rubio no sabía qué hacer. Por un lado, quería salir del banco y escapar con su botín. Por otro lado, temía que fuera una trampa y que lo detuvieran o lo mataran.

Los demás atracadores también estaban divididos. Algunos querían aceptar la oferta del gobierno y salir del banco. Otros querían rechazarla y seguir con el asalto. Y otros querían negociar otras condiciones o pedir más dinero. Los atracadores empezaron a discutir entre ellos, sin ponerse de acuerdo.

Los rehenes también estaban confundidos. Algunos tenían esperanza de salir del banco y volver a sus vidas. Otros tenían miedo de que los atracadores cambiaran de opinión o que hubiera un enfrentamiento armado. Y otros tenían dudas sobre la veracidad de la noticia o sobre las intenciones del gobierno. Los rehenes empezaron a hablar entre ellos, sin saber qué esperar.

Pero Ana también tenía un sentimiento más fuerte que el miedo: la curiosidad. Quería saber qué había en esos documentos que parecían tan importantes. Quería saber qué relación tenían con el golpe del 23F y con el asalto al banco. Quería saber qué papel jugaba Luis en todo eso.

Y por eso, cuando nadie la miraba, Ana se acercó sigilosamente al atracador que tenía la funda en el bolsillo y se la quitó sin que se diera cuenta. Luego se escondió detrás de un mostrador y abrió la funda con cuidado.

Lo que vio dentro le dejó sin aliento...

"¿Soy un criminal? El mundo sabe que no soy un criminal. ¿Qué están tratando de ponerme en la cárcel? Has perdido el sentido común en esta sociedad por el fanatismo religioso y el dogma" (Jack Kerkovian nació el 26 de mayo de 1928 poniendo a much@s en un dilema: eutanasia ¿si o no?. A él lo llamaron Dr. Muerte por ser un firme partidario de no prolongar el dolor físico y moral de un ser humano cuando éste se lo pidiese)

Y que cumplas muchos más de los 75 de hoy... y continúa hablando aunque no te escuchen. Bona nit a tothom: demà dissabte.