lunes, 27 de octubre de 2014

La Vida, ese regalo envenenado


Se nos ha dicho que la aventura de la vida es bonita y merece la pena porque somos nosotros los que la amenizamos con nuestros haceres, nuestros momentos vividos. Y yo me pregunto que porque duele tanto cuando hay desgracias, entendidas por nosotros como tales. 

Quizá no sean tales desgracias, pero se nos enseña a lamentarnos para que caigan las lágrimas en nuestras mejillas y después tengamos que exculpar nuestras obras, para decir "¡pobre de nosotros!", cuando no hemos hecho nada, y de paso culpar a alguien o a algo, para tener la exclusiva de la paupérrima pena que nos ha caído encima. 

 ¿De que valen esos valores que se nos prestaron un día y que han ido formando callo en nosotros mientras respiramos? ¿De que valen tantas situaciones de sacrificio solitario o en compañía ? Lo cierto es que me mata la idea de tener que sobrevivir, la idea de que la mañana siguiente a un día de sol posiblemente venga un día de lluvia y de tormenta ¿Pero quien ha dicho que sea mejor el día de sol que el día de lluvia y atormentado? 

Me sublevo a la idea de lo establecido, ya que puedo hablar de días enteros de color gris, y convertidos en colores vivos y destellantes, porque se han envuelto en momentos llenos de placer y de gloria, de encanto y riqueza. Nadie tiene que llorar por mí, nadie tiene que salvar lo que yo no pueda, nadie tiene que poner fin a nada que yo no quiera, y nadie tiene que hablar por mí, siendo que yo aun tengo voz para declararme. Por mí hago todo, esa es la verdad, y ahí es cuando aparece la verdadera necesidad del ser humano. Me paré a pensar que me muevo por lo que a mí me place, por lo que los demás me aportan, y por lo que en su momento siento para mi bien, porque tengo sacos llenos de egoísmo. 

 Quien me iba a decir a mí que mi planteamiento iba a tener muchos y maravillosos cambios durante el tiempo que estoy en este barco, un barco que tiene muchos camarotes, tantos que me pierdo. En su interior, todo esta protegido, núcleos llenos de cobijo, buen despertar y buen dormir. Pero fuera, llegan todos los contratiempos y se ven, te llegan, y se derraman para todos por igual. La diferencia es que a algunos les pilla debajo del porche o del tejadillo más cercano... ¿Tu me entiendes? Todo y todo es como lo queramos ver, nuestros ojos hacen de reflejo, de filtro, de parapente ante todo... y todo es la vida, las circunstancias, las anécdotas, aquellas que se forman como cuentos, largos, inmensos, llenos de talento, de letras, de entusiasmo. 

Yo ahora quiero ver que veo claro. Si te dicen por ahí que entregarse es lo mejor, no te lo creas, no se entregan las cosas para quedarse sin ellas, se entregan porque después obtienes lo que andabas buscando. No te engañes, pero eso es bueno, yo alumbro mi cuarto para que me de luz, ella y yo nos alumbramos, sin mi ella no es nada, no tiene manejabilidad, yo si... y eso le gusta, la luz y yo nos entendemos por que participamos en empatía. Yo estaría ciego sin ella. Que no me la quiten por que me dejaría parte de los rincones sin examinar. 

Yo que hasta ayer solo fui un hombre sencillo, hoy soy guardián de mi existencia, soplo y lo vuelvo a crear como si nada, paro las horas de cada reloj y pinto de colores la sonrisa, levanto una torre con el pensamiento a toda prisa, conozco bien cada herida, cada ser, conozco bien cada guerra de la vida y del amor. Dibujo un paisaje y lo revivo, en un bosque de lápiz y confecciono un lazo y hago un paquete de bonito papel para envolver la vida. Tiemblo cuando veo morir a la gente que muere, sin causa, sin querer, simplemente por que si. ¡¡Vaya!! ¿será por que sí? Lloro por ellos, pero es porque siento pena, pena por que se van, y no sé dónde, nadie lo sabe y me crea confusión, y escondo lo que podría ser una aventura reflexiva.

Si pudiera tener en mis manos la más autentica sabiduría para dejar caer una lona transparente y cubrir al mundo de todos los peligros que corremos los que estamos debajo, a buen seguro que la fabricaría aunque fuese dejándome los ojos tejiéndola por las noches que es cuando hay más silencio y cuando los búhos dan los buenos días. Haría de crema blanda la envidia, la rabia, la violencia, y todo lo que ahora es de hierro y pesa, pesa como a grandes toneladas pesa la miseria. Haría y de forma incondicional viviendas de fresa para los niños que comen tierra y carne vieja... solo porque no me clavasen la mirada triste del hambre en mi estomago, pues me llega hasta con pereza y no puedo digerirla. 

Sería posible que cuando las alondras bajan a comer, se encontrasen con que los amigos más fieles y seguros que andan por la ramas, se encuentran mirando como caen las hojas y como se forman mantas enteras en sus patas para chascar el sonido que les hace propietarios de lo caído de eso que después aplicaran para mecer a sus retoños. 

Sería posible examinar el agua que cae desde mi boca pasando por mi garganta y que mientras esta en mi boca me nutre, cuando no está, descanso, y cuando ya casi no la noto seguro que pide paso para escapar por mis poros... quizá deje que se vaya, pero no se qué tengo que todo lo que pasa por mi, me gusta que se despida. Con esto quiero y te quiero decir que me nutro de la vida, de lo que ella tiene y me ofrece, y que hay para todos, que no se agota, tanto como grande es el universo, y grande es, pero casi podemos guardarlo en una mano, seguro que cabe. 

Cierra los ojos y lo veras tan pequeño que te asustará saber que no es más grande que un grano de arroz. Es grande por que ocupa, pero pequeño porque se dice pronto. Te digo que no hay que desesperar en medio de las más sombrías aflicciones de la vida. Seguro que en las nubes negras, que las hay, siempre caerá agua clara y limpia, fecundante, y llena de fuerza. Te digo que cuando la nieve se deshace, es porque el sol la alumbra, y le da calor. Seguro que después sabrá por donde tiene que circular y correr, regando los campos, cubriendo la tierra, y dando de beber a las montañas. Finalmente te digo que me derrito por dentro si me dedico a mirar con buenos ojos al mundo, y bebo de las maravillas que hay. Por si acaso se acaban y con ese temor, te digo que las voy a barrer para el día de hoy porque no puedo dejar que pase y se me vaya su riqueza. He preparado muchos sacos vacíos, para pronto poder llenarlos... y recuerda, no es más rico el que más tiene... 

Y yo, quiero ser pobre para llenarme de riqueza.