Es una ley de la naturaleza que cuando consigues algo o a alguien menosprecias su valor. En esa norma no escrita pensaba Cristina cuando vio que su amante la relegaba decantando sus preferencias hacia su cómplice de trío. A ella todavía no había podido tomarla. Es otra ley de la naturaleza que cuanto más difícil resulta lograr algo o a alguien más lo deseas. Eso le ocurrió y todavía más cuando ella le confesó que para satisfacer su deseo debía intervenir Cristina. Desesperado decidió acudir a una Cristina todavía presa de sus sentimientos hacia él. Es una ley de la supervivencia que cuando quieres a alguien y ese alguien se acerca a ti, existe la tendencia a creer que lo hace por idéntico motivo al tuyo. Eso pensó Cristina cuando su abatido examante volvió a ella, que era por amor. Aún creyó más en esa posibilidad cuando la obsesiva integrante del trío quiso quedar con ella para hablar de su relación.
- Aquél beso que nos dimos fue increíble. No lo he podido olvidar –le dijo.
- Yo estoy enamorada…-balbuceó una sorprendida Cristina.
- Lo sé. Y Él de mi, pero le he dicho que cualquier relación que quiera conmigo debe contar necesariamente contigo.
Cristina se dio cuenta de la situación en la que se encontraba: un círculo maquiavélico que la atrapaba entre su amor por él y el deseo de la otra. Un canje en el que Cristina sería la única perdedora. Tenía que huir de allí cuanto antes aunque ello supusiese incumplir todas las leyes de la naturaleza y la supervivencia.
Contestó el mensaje de Juan:
“¿Qué espero encontrar? Te lo diré: persona con quién compartir de forma sincera, cosas de la vida cotidiana, personales, profesionales, y fantasías. Alguien que te suba el ánimo cuando lo necesitas, que sepa callarse cuando necesitas silencio, y que te eche una mano cuando a necesites y, porque no, dónde la necesites, si así lo deciden los dos, sin obligaciones ni explicaciones. Supongo que no es esto lo que tú andas buscando, pero es lo que yo estoy dispuesta a dar. Seguir o no, es cosa tuya. No pretendo hacerte perder el tiempo, así que te lo diré claramente, no te prometo nada, lo que surja lo hará sin forzar la situación y de forma natural, y cada uno que marque sus límites haya dónde los tenga o los quiera tener”
Juan siempre había sido un tipo egoísta pero con una capacidad innata para atraer el alma femenina. Sus historias siempre empezaban prometiendo mucho y cuando se sentía adorado acababan hechas trizas en el olvido. Es una ley de la naturaleza que la indiferencia causa daño a quién menos lo merece. Su personalismo no le dejaba ver el dolor que causaba pero le importaba poco si su vanidad quedaba satisfecha. Es una ley de la naturaleza que siempre acabas recibiendo lo que das a los demás y eso es con lo que se encontró Juan en sus dos últimas relaciones. En una vivía una obstinada mentira. En la otra un falso sueño. Ambas lo hirieron en la misma intensidad que él había herido a las personas que lo quisieron. Eso le llevó a encontrarse en un círculo vicioso de infelicidad del que quería huir. Si él era un cabrón ególatra, qué mejor lugar que desarrollar esa característica en un lugar poco recomendable dónde el principal requisito era ser precisamente eso. Se encontró con el mensaje de Cristina y escribió uno de respuesta:
“¿Pero me he pronunciado en algo para que "supongas"? ¿Y tú no cuentas o es que aquí el que tiene que decidir soy yo? Porque para todo eso que quieres se necesita un tiempecito... Por cierto estoy convencido que te he subido el ánimo, seguro que has sonreído en algún correo. Eso de la "pérdida de tiempo" lo decidiré yo y te aseguro que lo notarás (sí, soy algo cruel y no lo puedo remediar) Ah! Y lo de las promesas se contesta solo ¿conoces el futuro?
Depende de dos, no solo de mí. O sientes o no sientes. Así de claro.
Juan”
Cuando iba a darle al “enviar” se detuvo en una frase del correo de Cristina: “Seguir o no, es cosa tuya” y vio que su respuesta se parecía demasiado a las que había enviado durante tiempo y que tan magníficos resultados le habían dado a su vanidad. Y contraviniendo todas las leyes de su naturaleza Juan decidió, por fin, continuar su huída.
La historia se repite una y mil veces a lo largo de nuestra vida. Todo somos un poco egoístas en lo que hacemos, en lo que sentimos y en como actuamos. Todos en cierto modo utilizamos a las personas que nos vamos encontrando por el camino. La cuestión está en si en es intercambio somos o no conscientes del daño que podemos causar, y si sabiéndolo hacemos o no algo para evitarlo. Creó que la calidad humana radica precisamente ahí. Con el paso de los años, uno tiene que intentar cambiar el egoísmo propio de las personas, el que viene innato en nosotros desde la infancia, por el amor propio, sentimiento más honesto y sincero .La diferencia entre uno y otro es que mientras el segunto es el sentimiento de respeto por uno mismo, que no puede ceder su propio espacio, el primero es la pretensión de utilizar a los otros para su propio beneficio, manipulándolos como objetos. Quizás es esa la Huía que Juan pretende, y quizás sea la única que le permita dejar de sentirse vacío y perdido en un juego inventado por él y del que no encuentra la puerta de salida.
ResponderEliminarLa historia siempre se repite CHARO inexorablemente y convenientemente actualizada por supuesto. Las grandezas y las miserias las sigue realizando la especie humana donde cada cual sobrevive como puede y como le han enseñado. La diferencia está en que a un@s se les nota más que a otr@s y es el chico expiatorio que nos sirve a tod@s como referente a criticar y del que queremos alejarnos. Pero eso no es posible porque ¿quién puede huir de si mismo?
ResponderEliminarHuir de uno mismo está de por si condenado al fracaso. Quizás cuando nos demos cuenta que la solución no está en huir, sino más bien en saber aceptar los cambios. Aprender de nuestros errores y intentar sacar algo bueno de lo malo. No sentirnos victimas sino aprendices en constante evolución. Y qué, para aprender a amarse uno mismo, necesariamente hay que aprender a amar y respetar al prójimo, que a fin de cuentas no es más que un compañero de viaje. Quizás entonces, solo quizás, no tendremos esa necesidad de huir de nosotros mismos, ni la constante sensación de sentirnos perdidos. Las historias se repiten, porque la misma vida se repite una y otra vez. Me ha encantado tu historia FOTINS aunque me hubiera gustado saber cual es el auténtico final, o, quizás haya muchos y nos toque escoger a nosotros con cual nos quedamos. Gracias.
ResponderEliminarSe repiten los hechos, casi como un bucle. Historia tras historia, decepción tras decepción… con la única diferencia que cada una de ellas se lleva un pedacito de nosotros. Como si el recipiente donde guardamos la capacidad de amar encogiera.
ResponderEliminarJuan está cansado, agotado de tanto volver a empezar; tan agotado que el más mínimo esfuerzo le hace desistir. Sabe cuál será el final y entonces… Para qué empezar?...
P.S: Buen relato. Me da tanto que pensar, lo siento tan cercano, que me asusta saber cuál va a ser el siguiente paso.
Un beso.
Fantástico final o ... sigue La Huida? Desde mi interpretación de La Huída (y V): Es como la vida misma, no se puede esperar más de una relación que ya está condenada a morir desde que nace. Ambos huyen de esa irrealidad. No coinciden en sus deseos ni en sus pensamientos. Tienen busquedas con objetivos muy distintos. Sienten cierta atracción y curiosidad de conocerse a lo largo de la historia. Ella busca un amigo y un amante en Juan, una mano amiga que le acompañe y la apoye, que la escuche, la aconseje y la comprenda. Además con una necesidad apasionada de ser amada y amar. Él sabe que no puede ofrecerle más de lo que ya está escrito en el destino de ellos. Él busca una amante, pero ya está, una buena amante y que durará lo que el tiempo decida que debe durar como hasta la fecha. Realmente él sabe que no puede darle amor ni prometerle falsos sueños. Le aterra entrar en el mundo de los sentimientos. Decide huir. No hace falta ni contestar a la útlima frase de Cristina. Si este es el final de La Huida, es el final de una historia que ha pasado y no ha pasado nada, entre dos personas que se han conocido y su relación se ha interrumpido antes de llegar a ser algo más. Dos personajes muy marcados por su pasado. Ambos con necesidad de huir de éste y de todo áquello que les recuerde a sus vivencias. Ambos con un intenso y constante deseo de encontrar una nueva aventura y experiencia que complementen sus necesidades... no conseguida en esta ocasión. Ha sido una busqueda fallida y una continuación de La Huida particular de cada uno. Espero más relatos. Felicidades FOTINS!
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