domingo, 5 de marzo de 2023

 PERO EN 100 AÑOS, TOD@S CALV@S

Cada mañana, el espejo de su tocador le devolvía la imagen de una mujer con una cabellera exuberante y saludable, pero lo que no podía ver eran los pequeños dramas que se desarrollaban en cada uno de sus folículos pilosos. Cada uno de sus cabellos tenía una vida media de tres años, un reloj interno que comenzaba a correr desde el momento en que emergía por su cuero cabelludo. Crecían 12 mm al mes y se esforzaban por estabilizarse erguidos y brillantes, como un bosque de árboles que luchaba contra el viento y la sequía del aire.

Lo más sorprendente para esta mujer eran las complejas relaciones que se establecían entre sus cabellos y el resto de su cuerpo. Sabía que la circulación sanguínea era crucial para el crecimiento del cabello y que la temperatura tenía un papel fundamental en este proceso. Con el calor, la sangre fluía más rápido por los folículos pilosos, alimentando las células y acelerando el crecimiento en un 15% en comparación con el frío. Era como si sus cabellos tuvieran una vida propia, un mundo interno donde la sangre y los nutrientes fluían como ríos subterráneos.

Pero lo que realmente la fascinaba era la fuerza de sus cabellos. Alguien le explicó que un cabello normal era más fuerte que un alambre de cobre del mismo grosor. 100 cabellos sanos podrían soportar un peso de 10 kilogramos, una hazaña que dejaba perpleja a esta mujer. Era como si sus cabellos resultaran pequeños cables de acero, tensos y resistentes, siempre listos para soportar cualquier carga que se les impusiera.

Sin embargo no todo era perfecto: cada día perdía entre 20 y 30 cabellos, un pequeño tributo que debía pagar por mantener su hermosa melena. Y aunque era algo normal, a veces se angustiaba al ver esos cabellos en su cepillo o en el lavabo. Su consuelo era pensar en el número promedio de cabellos que tenía: entre 80.000 y 120.000. Ese era el ejército que defendía su cabeza, la multitud de filamentos que luchaba contra el tiempo y las inclemencias del mundo exterior. Así que conjuró toda su vida -y parte de su no vida- a cuidarlos y protegerlos para que siempre estuviesen allí, listos para ser su escudo.

"La esencia de la libertad política depende no de los fanáticos de la justicia, sino de los efectos vigorizantes y benéficos de los disidentes. Si la libertad se convierte en un privilegio, la esencia de la libertad política se habrá roto" (Rosa Luxemburgo que, a pesar de su apellido, nació en Polonia -aunque luego quiso ser Alemana- el 5 de marzo de 1870. Una auténtica mujer socialista y de izquierdas. Hago esta aclaración porque el socialismo que hay por estos lares tiene poco de izquierdas)

Y que cumplas muchos más de los 75 de hoy, Eddy Grant,  aunque la esperanza de vida es... Bueno, pregúntale a Jo Anna. Bona nit i bona setmana a totes i a tots, peludes o peluts... o no.


 


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