Yomanda Delicado se miró al espejo y se sintió orgullosa de sí misma. Había conseguido lo que muchos soñaban: ser vicepresidenta del gobierno de coalición. Su partido era el socio minoritario de la coalición, pero eso no le había impedido tener un gran peso en la política nacional. Había sabido aprovecharse de la debilidad del presidente, un hombre mayor y cansado que pertenecía al partido mayoritario de la coalición. Yomanda había seducido al presidente, y lo había convertido en su marioneta. Él hacía lo que ella quería, y ella le hacía creer que era su amor verdadero.
Pero Yomanda no se conformaba con ser vicepresidenta. Quería ser presidenta. Y para eso, tenía que deshacerse de su partido, un partido de izquierdas que había surgido como una alternativa al bipartidismo tradicional. Yomanda consideraba que su partido era un lastre, y que le impedía llegar más lejos. Por eso, había creado su propio partido, con el apoyo de algunos diputados fieles a ella, y había roto con el partido que la había llevado al poder. No le importó traicionar a sus antiguos compañeros, ni a sus votantes. Les acusó de ser unos traidores ellos, y de haberse vendido al poder.
Ella jaleaba a los suyos desde el atril diciéndoles:
"Queridos amigos y amigas, queridos compañeros y compañeras: Hoy es un día histórico para nuestro país. Hoy hemos demostrado que la izquierda está viva, que la izquierda es fuerte, que la izquierda es la única alternativa al sistema corrupto y decadente que nos oprime. Hoy hemos demostrado que somos muchos y muchas los que queremos un cambio, los que queremos una sociedad más justa, más igualitaria, más solidaria. Hoy hemos demostrado que no tenemos miedo, que no nos rendimos, que no nos callamos. Hoy hemos dado un paso más hacia la victoria.
Una victoria que no es mía, ni de mi partido. Una victoria que es de todos y todas vosotros, de todos y todas los que habéis confiado en mí, de todos y todas los que habéis luchado conmigo, de todos y todas los que habéis soñado conmigo. Una victoria que es de la gente, de la gente humilde, de la gente trabajadora, de la gente honesta. Una victoria que es de la izquierda, de la izquierda verdadera, de la izquierda sin complejos, de la izquierda sin traiciones.
Porque yo soy una de vosotros. Yo soy una mujer de izquierdas, una mujer que ha sufrido, una mujer que ha trabajado duro para llegar hasta aquí. Yo no soy como esos políticos profesionales, esos políticos vendidos al poder, esos políticos que os han engañado y os han robado. Yo no soy como esos falsos líderes de izquierdas, esos líderes cobardes, esos líderes corruptos, esos líderes que os han abandonado y os han traicionado. Yo soy como vosotros. Yo soy vuestra voz. Yo soy vuestra líder.
Y como vuestra líder, os digo: no os conforméis con lo que hemos conseguido hoy. No os dejéis engañar por las mentiras y las manipulaciones de los medios de comunicación. No os dejéis intimidar por las amenazas y las presiones de los poderosos. No os dejéis dividir por las falsas promesas y las falsas alianzas de los oportunistas. Seguid adelante con fuerza, con valentía, con ilusión. Seguid adelante conmigo.
Porque juntos y juntas podemos lograrlo. Juntos y juntas podemos cambiar este país. Juntos y juntas podemos construir un futuro mejor. Un futuro en el que nadie se quede atrás. Un futuro en el que nadie se sienta solo. Un futuro en el que nadie se sienta excluido. Un futuro en el que todos y todas seamos libres. Libres para vivir como queramos. Libres para amar a quien queramos. Libres para ser quienes queramos. Ese es el futuro que yo quiero para vosotros. Ese es el futuro que yo quiero para mí. Ese es el futuro que yo quiero para nuestro país. Y ese futuro está cada vez más cerca. Por eso os pido: no os rindáis. No os desaniméis. No os distraigáis. Seguid conmigo. Seguid con Yomanda"
Pero Yomanda no cumplía lo que prometía. Mientras hablaba de justicia social y de igualdad, ella vivía como una reina en la Moncloa, donde pasaba las noches con el presidente. Mientras hablaba de democracia y de participación, ella imponía su voluntad a su partido, sin consultar a nadie. Mientras hablaba de transparencia y de honestidad, ella ocultaba su relación amorosa con el presidente, un hombre casado y con hijos.
Yomanda era una hipócrita, y una mentirosa. Y así se lo hicieron saber sus enemigos. Una mañana, al salir de la Moncloa, donde había pasado la noche con el presidente, Yomanda se encontró con una nube de periodistas que le esperaban con cámaras y micrófonos. Alguien había filtrado la noticia de su romance, y ahora todo el país lo sabía. Yomanda se quedó paralizada, sin saber qué decir ni qué hacer. El presidente salió detrás de ella, tratando de protegerla, pero era demasiado tarde. Las imágenes se difundieron por todos los medios de comunicación, y las reacciones no se hicieron esperar.
El escándalo fue mayúsculo, y las consecuencias fueron devastadoras. El presidente tuvo que dimitir por presión de su partido y de su familia. La coalición se rompió, y se convocaron elecciones anticipadas. Y el partido de Yomanda se hundió en las encuestas, al perder toda credibilidad y apoyo. Yomanda Delicado se quedó sola y sin futuro político. Había jugado demasiado alto, y había perdido todo lo que había conseguido. Se dio cuenta de que había sido una egoísta, y que había pisoteado a todos los que se habían cruzado en su camino. Se arrepintió de haber traicionado a su partido, a sus compañeros y a sus votantes. Se arrepintió de haber usado al presidente para sus fines personales. Se arrepintió de haberse creído más lista que nadie. Pero ya era tarde para lamentarse. Había sido víctima de su propia ambición.
“Hay algo sagrado en las lágrimas. No son señal de debilidad sino de poder. Son las mensajeras de una pena abrumadora y de un amor indescriptible” (Washington Irving hace la friolera de 240 años que nació y estoy convencido que much@s se apenaron por su marcha 76 años después)
Hubiese cumplido hoy 58 años, pero se quedó en los 35. Una mujer bella que daba miedo: siendo paquistaní, llamándose Nazia Hassan y cantando "Boom, Boom". Per tremolar. Bona Pasqua a tots.
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