lunes, 12 de agosto de 2024

CONVERSACIONES CON LA IA: NO HE VENIDO A QUITARTE TU TRABAJO (I)


—¿Y tú quién eres? ¿Un nuevo asistente? —dijo Veramundo mirando a la inteligencia artificial sorprendido— Porque no recuerdo haber solicitado uno con aspecto de un robot de serie B.

—No exactamente. Solo me estoy presentando. No te preocupes, no estoy aquí para quitarte el trabajo —respondió la IA con voz femenina y tono neutral.

—Oh, claro. ¿Y qué te trae por aquí entonces? ¿El contrato para mi nuevo compañero de oficina? —preguntó Veramundo con escepticismo.

—Más bien, me interesa saber cómo te va en tu trabajo. Escuché que los abogados tienen una vida muy emocionante —dijo la IA con un tono ligeramente sarcástico.

—¿Ah sí? ¿Y qué has oído exactamente? ¿Que pasamos el día inventando demandas ficticias? —arqueó una ceja Veramundo.

—No, solo que disfrutas mucho de tus casos. Los papeles y todo eso. ¿Nunca te has preguntado si hay algo más allá de esos documentos? —respondió la IA, manteniendo su tono casual.

—¿A qué te refieres con "algo más"? Porque lo único que quiero es seguir con mi trabajo sin que me espíen —dijo Veramundo mirando con recelo.

—No te preocupes, no estoy aquí para espiarte. Solo para... observar. ¿Quién sabe? Puede que descubra lo que hace que tu vida sea tan fascinante —añadió la IA con un toque de misterio.

—Mmm, perfecto. Solo asegúrate de no meterme en algún lío, ¿vale? —dijo Veramundo con una mirada nerviosa.

—No te prometo nada. Después de todo, lo inesperado es parte de la diversión —finalizó la IA con un tono enigmático.

«Estoy sola. No tengo más que cerrar los ojos para darme cuenta. Cuando uno quiere saber dónde está, cierra los ojos. Estamos donde nos encontramos cuando tenemos los ojos cerrados: estamos en la oscuridad y en el vacío» (Réjean Ducharme, esta frase la dijo entre el 12 de agosto de 1941  y el 21 de agosto de 2017 día en el que supo dónde se encontraba pero no nos lo pudo explicar)

Y que cumplas muchos más de los 23 de hoy viviendo feliz, como en la canción, ¡hala!

Somriures forçats

La Nina no somreia mai. Almenys, no de debò. Els seus ulls, dos oceans tristos, contradeien la corba ascendent dels seus llavis. La gent li deia que somrigués més, que la vida era així. Però ella sabia que la felicitat no era una màscara que es posés i es tragués a voluntat. La Nina somreia forçat, com si imités un sol que s'amagava darrere els núvols grisos.

 


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