domingo, 2 de noviembre de 2025

EL ÚLTIMO AMANECER

Dicen que todo final se parece a un amanecer: lento, dorado, lleno de promesas que ya no alcanzan.

Yo lo miro desde la cama del hospital, donde el silencio tiene forma de respiración ajena.

El aire huele a jazmín y a recuerdo; ella ha dejado una flor en el vaso de agua, junto a la foto donde todavía me mira como si el tiempo no existiera.

El sol asoma por la ventana y acaricia su rostro dormido en la silla.

Pienso que nunca fue tan bella como ahora, cuando no sabe que la observo.
El monitor late despacio, acompasado con mi corazón que se rinde sin miedo.
Extiendo una mano y toco su cabello: todavía conserva el perfume de nuestra primera noche.

El mundo se diluye en una claridad suave.

Antes de cerrar los ojos, susurro su nombre.

Y el amanecer me responde.

«El propósito por el que fuiste creado, hombre, es probar con tu vida y tu obra que todo puede —y debe— hacerse sin propósito.» (Fue Odysséas Elýtis, nacido el 2 de noviembre de 1911 quién escribió esa frase, no sé sin con el propósito de ganar el premio Nobel de literatura en 1976 o no)

Su suerte le duró hasta los 71 años. Hoy hubiese cumplido 81. 

 

La sort em mira de cua d’ull

Quan tot s’ensorra, apareix aquell detallet ridícul: una moneda que roda cap a mi, una finestra que s’obre sola, el teu missatge a l’hora exacta. No sóc devot de res, però hi ha dies que la ciutat em xiula i em fa lloc al metro. Penso que la felicitat és una broma privada: dura tres parades, canvia de nom i s’amaga a la butxaca del dia següent. Jo la segueixo, mig incrèdul, mig somrient, com si fos meu el llamp i també el refugi.

 

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