Una llamada del alma es un tiempo de de ajuste, de revisión, de ver si aún se pueden llevar a cabo los sueños, de analizar si estamos en el camino correcto para realizar aquello que estaba “escrito” que veníamos a hacer.
Aunque son períodos parecidos a las crisis, existe una fuerza especial, una energía que entra en estas épocas de revisión y cambio. Esta energía extra es enviada por el alma a la persona para ayudarla en estos momentos en que debe llevar a cabo determinados cambios. Por lo tanto, es un tiempo especial en que disponemos de energía extra y de una forma más directa.
De los 30 a los 33 se presenta la primera llamada del alma para que la persona pueda revisar si está haciendo lo que tiene que hacer, sobre todo en lo que concierne al área laboral y de vida de pareja.
De los 40 a las 42 aparece la segunda “sacudida”. Suele aparecer a través de enfermedades, obstáculos, accidentes, situaciones que agitan la personalidad y le hacen replantearse toda su vida. Esta llamada dura dos años mientras que la anterior tenía tres años de latencia. Eso es porque se supone que con los años tenemos más experiencia y ya no necesitamos tanto tiempo. De algún modo también se entiende que el Alma apremia más y más intensamente. Los temas a revisar vuelven a ser los relativos al área laboral y de vida de pareja.
De los 48 a los 49 aparece la tercera y última llamada del alma. Ésta es una edad muy importante porque es la primera vez que las cifras (4 + 9) suman trece, después de los 13 años. Aquí los temas a revisar son básicamente de “cosas pendientes”.
El número 13 es el número de la muerte, de la transformación en un sentido no necesariamente físico, sino simbólico. Determina pasos importantes en la evolución del individuo. Está vinculado con la idea de la muerte (del ego… de lo que sea).
El 13 es un número sagrado, femenino, del corazón, del karma, de la muerte y transformación.
Es por ello que en esta edad se pone en marcha una energía muy especial.
La finalidad de estas llamadas, sobre todo de la tercera, es que el individuo revise su vida, ver si tiene sueños que cumplir, ilusiones perdidas que le han creado nostalgia, cosas que se han dejado por hacer, acomodaciones que no hacen feliz.
Entramos en tiempos de “despertar espiritual”, nos empieza a interesar más el mundo de lo superior y menos el mundo material. Se producen cambios en las prioridades de vida.
A partir de los 52, se entra en otra etapa en la que es posible reenfocar las cosas que no han sido cambiadas en las tres llamadas del Alma, aunque mínimamente tiene que haberse hecho caso de ellas. No es un momento de cambio total, pero si una oportunidad de mejorar en algo aquello que no se hizo. Según el calendario Maya, esta edad es una etapa decisiva para preparar lo que queda de vida y resolver parcialmente aunque sea lo anterior. Lo que ocurre aquí es que se repite la oportunidad pero con menos posibilidad de “arreglo” global” (es como un examen de repesca, vamos). Ocurre lo siguiente:
o 30 – 33 Tres años de tiempo
o 40 – 42 Dos años de tiempo
o 48 – 49 Un año de tiempo
o De los 49 a los 52 Tres años de tiempo
Así puede verse que existen tres años, de los 49 a los 52 en que se repite la posibilidad de revisión. Es un tiempo extra que el Alma proporciona para hacer lo que quedó para hacer:
o 49 - 50 Se repite la oportunidad de la primera llamada del alma
o 50 - 51 Se repite la oportunidad de la segunda llamada del alma
o 51 – 52 Se repite la oportunidad de la tercera llamada del alma
En este año (cada año) se puede rectificar lo que quedó por hacer, en parte. Básicamente temas de ilusiones, valentías- cobardías, hacer paces con personas kármicas, pagar deudas kármicas, etc.
A los 52 años, según el calendario Maya, la persona se encuentra en la misma situación en que se vió al nacer. Así de los 52 a los 53 se empieza a vivir toda la impronta de su primer año de vida. La persona retoma las energías especiales de este período (que son fuertes), para empezar de nuevo. Si se han cubierto bien todas las tres etapas (y las repescas), a partir de los 52 años, se empieza de nuevo y renovado, con energías nuevas.
DIFERENCIA ENTRE LAS LLAMADAS DEL ALMA Y LOS PERIODOS DE CRISIS QUE SUCEDEN A LO LARGO DE LA VIDA
Una crisis es un peligro y una oportunidad al mismo tiempo.
Una crisis es una oportunidad para cambiar, revisar y renovar la propia vida. Es un momento agudo que nos sacude y nos hace pensar en cómo estamos viviendo y en el por qué. Es una oportunidad de cambio a mejor. Pero también es un peligro porque la persona puede acobardarse y quedarse anclado en lo que conoce de un modo persistente. Puede negarse al cambio y permanecer entonces estancado en algo que ya “no le toca”. Una crisis, la persona la vive desde dentro… es como si perdiera la ilusión, como si se sintiera deprimido, triste.. etc.
Una llamada del Alma, es vivida como si el mundo cayera encima de uno. Se vive como si lo externo pudiera con uno. Hace también replantear la vida, pero lo que lo provoca, viene de fuera de u no, no de su interior como en las crisis.
Una crisis nos indica “que el momento del cambio y de las decisiones ha llegado”. Una llamada nos indica que debemos rectificar porque nos estamos equivocando en el camino.
La Depresión, o mal llamada asi, es “un conflicto" entre la personalidad y el alma. Entonces el Alma nos pone contra la pared, para que hagamos algo. Por eso esa sensación de pena, de inutilidad… Nos indica que existe en nuestro interior un conflicto entre lo que hacemos y lo que debemos hacer, según nuestra alma.
Aunque son períodos parecidos a las crisis, existe una fuerza especial, una energía que entra en estas épocas de revisión y cambio. Esta energía extra es enviada por el alma a la persona para ayudarla en estos momentos en que debe llevar a cabo determinados cambios. Por lo tanto, es un tiempo especial en que disponemos de energía extra y de una forma más directa.
De los 30 a los 33 se presenta la primera llamada del alma para que la persona pueda revisar si está haciendo lo que tiene que hacer, sobre todo en lo que concierne al área laboral y de vida de pareja.
De los 40 a las 42 aparece la segunda “sacudida”. Suele aparecer a través de enfermedades, obstáculos, accidentes, situaciones que agitan la personalidad y le hacen replantearse toda su vida. Esta llamada dura dos años mientras que la anterior tenía tres años de latencia. Eso es porque se supone que con los años tenemos más experiencia y ya no necesitamos tanto tiempo. De algún modo también se entiende que el Alma apremia más y más intensamente. Los temas a revisar vuelven a ser los relativos al área laboral y de vida de pareja.
De los 48 a los 49 aparece la tercera y última llamada del alma. Ésta es una edad muy importante porque es la primera vez que las cifras (4 + 9) suman trece, después de los 13 años. Aquí los temas a revisar son básicamente de “cosas pendientes”.
El número 13 es el número de la muerte, de la transformación en un sentido no necesariamente físico, sino simbólico. Determina pasos importantes en la evolución del individuo. Está vinculado con la idea de la muerte (del ego… de lo que sea).
El 13 es un número sagrado, femenino, del corazón, del karma, de la muerte y transformación.
Es por ello que en esta edad se pone en marcha una energía muy especial.
La finalidad de estas llamadas, sobre todo de la tercera, es que el individuo revise su vida, ver si tiene sueños que cumplir, ilusiones perdidas que le han creado nostalgia, cosas que se han dejado por hacer, acomodaciones que no hacen feliz.
Entramos en tiempos de “despertar espiritual”, nos empieza a interesar más el mundo de lo superior y menos el mundo material. Se producen cambios en las prioridades de vida.
A partir de los 52, se entra en otra etapa en la que es posible reenfocar las cosas que no han sido cambiadas en las tres llamadas del Alma, aunque mínimamente tiene que haberse hecho caso de ellas. No es un momento de cambio total, pero si una oportunidad de mejorar en algo aquello que no se hizo. Según el calendario Maya, esta edad es una etapa decisiva para preparar lo que queda de vida y resolver parcialmente aunque sea lo anterior. Lo que ocurre aquí es que se repite la oportunidad pero con menos posibilidad de “arreglo” global” (es como un examen de repesca, vamos). Ocurre lo siguiente:
o 30 – 33 Tres años de tiempo
o 40 – 42 Dos años de tiempo
o 48 – 49 Un año de tiempo
o De los 49 a los 52 Tres años de tiempo
Así puede verse que existen tres años, de los 49 a los 52 en que se repite la posibilidad de revisión. Es un tiempo extra que el Alma proporciona para hacer lo que quedó para hacer:
o 49 - 50 Se repite la oportunidad de la primera llamada del alma
o 50 - 51 Se repite la oportunidad de la segunda llamada del alma
o 51 – 52 Se repite la oportunidad de la tercera llamada del alma
En este año (cada año) se puede rectificar lo que quedó por hacer, en parte. Básicamente temas de ilusiones, valentías- cobardías, hacer paces con personas kármicas, pagar deudas kármicas, etc.
A los 52 años, según el calendario Maya, la persona se encuentra en la misma situación en que se vió al nacer. Así de los 52 a los 53 se empieza a vivir toda la impronta de su primer año de vida. La persona retoma las energías especiales de este período (que son fuertes), para empezar de nuevo. Si se han cubierto bien todas las tres etapas (y las repescas), a partir de los 52 años, se empieza de nuevo y renovado, con energías nuevas.
DIFERENCIA ENTRE LAS LLAMADAS DEL ALMA Y LOS PERIODOS DE CRISIS QUE SUCEDEN A LO LARGO DE LA VIDA
Una crisis es un peligro y una oportunidad al mismo tiempo.
Una crisis es una oportunidad para cambiar, revisar y renovar la propia vida. Es un momento agudo que nos sacude y nos hace pensar en cómo estamos viviendo y en el por qué. Es una oportunidad de cambio a mejor. Pero también es un peligro porque la persona puede acobardarse y quedarse anclado en lo que conoce de un modo persistente. Puede negarse al cambio y permanecer entonces estancado en algo que ya “no le toca”. Una crisis, la persona la vive desde dentro… es como si perdiera la ilusión, como si se sintiera deprimido, triste.. etc.
Una llamada del Alma, es vivida como si el mundo cayera encima de uno. Se vive como si lo externo pudiera con uno. Hace también replantear la vida, pero lo que lo provoca, viene de fuera de u no, no de su interior como en las crisis.
Una crisis nos indica “que el momento del cambio y de las decisiones ha llegado”. Una llamada nos indica que debemos rectificar porque nos estamos equivocando en el camino.
La Depresión, o mal llamada asi, es “un conflicto" entre la personalidad y el alma. Entonces el Alma nos pone contra la pared, para que hagamos algo. Por eso esa sensación de pena, de inutilidad… Nos indica que existe en nuestro interior un conflicto entre lo que hacemos y lo que debemos hacer, según nuestra alma.
(He recuperado este escrito ´divulgativo´ hecho en el mes de mayo de 2005 porque siempre les puede venir bien a l@s jóvenes que pasáis por aquí)