Me ha dejado. Lo veía venir y no he podido hacer nada. De no
buscarme nunca cuando estábamos los tres, pasó a querer estar sola con él.
Luego, cuando nos encontrábamos, me hablaba maravillas: que si siempre está
dispuesto a hacerme el amor, que si es
incansable, que si tiene un movimiento
que me hace temblar de placer, que si se mueve al son que yo le marco, que si
nunca se queja. Mi pareja me lo contaba porque sabía que mí me pone que me cuenten esas cosas. Lo
habíamos hecho muchas veces, unas eran verdad
otras producto de la fantasía, pero siempre acabábamos follando como
posesos. Ahora era diferente: nunca follábamos y la única poseída de algún encanto malévolo era ella. Por
eso llegó un momento en que dejó de decírmelo
y comprendí que habíamos llegado al final.
Le pedí explicaciones y no intentó justificarse. Me dijo que quería
concentrar todas sus energías en él, que se lo exigía. Le contesté, entre el
despecho y la necesidad de encontrarle un defecto a su amante que aliviase mi
pena, que fuese con cuidado con el síndrome del túnel carpiano. Es lo que tiene
utilizar un consolador aún con vibración.
Ernest Hemingway decía que el cuento era la fotografía de un instante... Y yo tengo mucho cuento
domingo, 22 de julio de 2012
domingo, 15 de julio de 2012
El competidor (I)
Me ha salido un competidor. Parece mentira pero debo
reconocer que es así. Es un competidor duro que ha encandilado a mi pareja. La
tiene fascinada. Y eso que fui yo quien la incitó en traerlo a
su lado. Ella decía que no hacía falta, que conmigo tenía suficiente para
satisfacer todas sus necesidades. Pero yo insistía e insistía buscando cumplir
una de mis fantasías: ver como estallaba de placer ante mis ojos. Un vicio de
voyeurismo mal disimulado que se me ha acrecentado con los años. Finalmente aceptó
incorporarlo a nuestros juegos y me sentí dichoso, ignorante de lo que se avecinaba. Al
principio sentía algo de reparo cuando estaba yo delante. Tenía esa sensación
de culpa de quién cree que te está siendo infiel. Ella es mujer de una sola fidelidad. Consciente de lo que pensaba yo la animaba. Tanto y tan bien lo hice que cada vez
cogió más descaro y los orgasmos que le proporcionaba mi contrincante eran más
explosivos y frecuentes. Aunque yo disfrutaba con ello me di cuenta que cada
vez me buscaba menos.
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