En un fin de semana de diciembre te puedes encontrar a Fito empezando la casa por el tejado,eso si, con sus Fitipaldis...
O puedes encontrarte con dos palomas. Las vi este domingo en el cruce de dos calles en Barcelona. Me
conmovió la escena. Una de las dos palomas yacía muerta aplastada por las
ruedas de algún coche. Junto a ella, impasible, otra paloma. Tal vez su
compañero o su compañera. Tal vez su hijo o su madre o su padre. Lo cierto es
que no se movió ni cuando otra paloma se acercó a ella como advirtiéndola que
se apartase, que saliese de allí porque corría el peligro de seguir el mismo
destino que la paloma muerta. Me pareció que hasta señalaba el cadáver como si
le dijese que por mucho que siguiese junto a ella no podía hacer nada por su
vida. Nada. Ni se inmutó. Permanecía con la cabeza erguida mirándonos a todos
con un gesto de incredulidad, sin creer
el porqué no entendíamos que el instinto del amor es mucho más fuerte y
primario que el instinto de supervivencia.
Hay fines de semana que dan para muuuuuchoooo. ;0
ResponderEliminarNo soporto ver sufrir a un animal, prefiero no tener ni que comentarlo.
Tu post de hoy me parece estupendo, directo, sin adornos... como la vida misma. Me gusta cuando escribes así.
Tienes razón, hay que ser más directos y no adornarse. Es mi asignatura pendiente a partir de este 2013... Un beso.
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