Aurora y Andrés hablarán durante horas merodeando los arrabales de sus sentimientos sabiendo que no traspasarán la puerta que les lleve al corazón de su alma. No merece la pena, pensará Aurora, en comprometer su recién recuperada libertad para atarse a una quimera. Prefiere el deseo momentáneo a la ternura, el ansia del flirteo a la complicación del afecto. Si, es mejor el desvarío fugaz que la locura de amor.
Andrés no cambiaría la comodidad de su mundo por un viaje a
las estrellas. Los sueños, las ilusiones duermen en las letras que le escribe a
Aurora o a cualquier otra que atrape en la red de su insatisfecha vanidad. Las
fantasías, dirá en soledad, están para los magos y yo soy un encantador con las
cartas marcadas.
Una historia triste.
ResponderEliminarLos miedos nos paralizan y nos perdemos muchas cosas.
Saludos
También la realidad Lola Mariné . La tozuda, repetida y cruel realidad.
ResponderEliminarSaludos también para ti.
Dejar las palabras en el sotano, eso si es tozudez y orgullo. Nunca se pierde si se habla, al contrario
ResponderEliminarSe puede perder la credibilidad, Anna y a eso no estamos dispuestos.
ResponderEliminarLa credibilidad delante de la tozudez, siempre se pierde y te lo digo por experiencia.
ResponderEliminarAdemás, si puede haber alguien que este dispuesto/a a perderla dialogando, confrontando, implicandose... es la unica manera de llegar a puerto