viernes, 30 de mayo de 2014

¿Y tú qué vendes? (1ª parte)




Estamos en estos lugares mal llamados virtuales porque, nos guste o no, tenemos algo que vender y esperamos obtener por ello un precio. No es dinero lo que queremos a cambio. Al menos no es esa la finalidad directa de nuestra venta aunque, el papel moneda, acabe apareciendo en un momento u otro.

Como el medio lo permite exponemos nuestros productos como si lo estuviesen en las vitrinas de cualquier supermercado. Para conseguir la transacción utilizamos unas técnicas de márqueting (Lo se. Odio las "k" excepto en mi ropa interior) rudimentarias, pero muy efectivas.

La primera de ellas es ofrecer sexo. El propio y el ajeno. Estas páginas ofertadoras de sexo son las más visitadas, laureadas y comentadas y sus autores y autoras, los y las más adjetivadas como sensuales, valientes e, incluso si la letra que acompaña a las imágenes tiene cierta coherencia en la exposición, inteligentes. Cuanto más explícito sea el sexo, mejor. El sexo es algo que se vende mucho; siempre hay compradores y compradoras para el sexo. Compradores y compradoras ávidos y ávidas de buscar una justificación literaria a un instinto por lo demás muy natural. Tan necesario como el comer pero, les parece que escondiendo tras las palabras esa exigencia corporal, estarán mejor vistos.

Algo más complicado es saber qué esperamos obtener cuando mercantilizamos el sexo. Apuntaré algunas posibilidades.

En el momento que mostramos en alguna imagen alguna parte de nuestra anatomía que permanece normalmente oculta en las relaciones sociales de nuestra vida física o bien, imágenes en las que nos estamos haciendo un autohomenaje es decir, masturbándonos, se busca además del morbo que nos produce exhibir nuestro propio cuerpo y que éste merezca el aplauso público, se busca además, atrapar mentes. Si. Atrapar mentes. La reacción primaria ante la contemplación de lo prohibido, si nos es agradable, es estar pendiente de ello para cuándo se vuelva a repetir. En otros términos, "quedarse colgado o colgada". El placer que se siente al atrapar una mente y hacerla funcionar a nuestro antojo es superior al que se pueda experimentar con cualquier orgasmo. Probablemente quién se exhibe de ese modo sea porque, a su vez, tiene otra mente que la domina y precise hacerse de esas voluntades. Para reafirmar la suya.

Otras veces, quizá las que más, lo que se pretende es cosechar sexo a cambio del que ofrecemos. Pero como ir pidiéndolo así, a bocajarro, es rechazable, lo tenemos que disfrazar con mejor o peor tino. En este caso nos vamos a encontrar con páginas adornadas de imágenes sugerentes o explícitas, tanto da, que van acicaladas con textos propios o ajenos y que procuran ser románticos. No nos engañemos. El destino final, la venta es de sexo y se espera recibir el puro goce sexual ¿Qué sentido tiene, sino es así, acompañar una imagen nuestra o extraña como a uno o una le o la trajo al mundo o poco más junto a un texto, pongo por ejemplo, de Salinas, Becker, Benedetti o seguida de la letra de las canciones de Sabina o Joan Manuel Serrat? Pues símplemente eso: deseo puramente carnal, que es ni más ni menos, el precio que queremos por ello.

Nada más hay que leer los comentarios que se hacen a las ilustraciones, que no a los textos, de esas páginas y hacerse la siguiente pregunta: ¿Los y las visitantes de esas páginas serían los y las mismas de no existir una imagen gráfica lo suficientemente sugerente y explícita de nuestro cuerpo o el ajeno? Por supuesto que no. Leer detenidamente cualquier texto que acompañe una imagen de esas. Si son de autoría propia, no copiados, son, digámoslo, infumables. No hay quien aguante su lectura. Pero eso no importa, esas páginas tienen y seguirán teniendo su coro de aduladores y aduladoras que se escriba lo que se escriba, siempre encontrarán el lugar lleno de dulzura, sensualidad y, sobre todo, una fuerza de atracción irresistible. Esos autores y autoras serán los y las que luego clamen, llegada la hora de profundizar en el conocimiento de alguno o alguna de sus habituales, porque sus páginas estén pobladas de cazadores y depredadores en sus versiones masculina y femenina. No creáis que se apartarán ni un ápice de sus técnicas de venta, a fin de cuentas eso es lo que quieren, eso es lo que buscan. Aunque nos engañen. Aunque se engañen.

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