CONTRATO DE AMOR
Lucía y Javier se
querían mucho, pero también eran muy celosos y desconfiados. Por eso,
decidieron firmar un contrato para regular su relación y establecer sanciones
por su incumplimiento.
El contrato tenía varias cláusulas, como por ejemplo:
- No mirar ni hablar
con otras personas del sexo opuesto, salvo que fueran familiares o compañeros
de trabajo.
- No salir de fiesta
sin el otro, salvo que fuera por motivos laborales o de fuerza mayor.
- No tener redes
sociales ni aplicaciones de mensajería, salvo las que compartieran entre ellos.
- No mentir ni ocultar
nada al otro, salvo que fuera una sorpresa o un regalo.
- No faltar al respeto
ni insultar al otro, salvo que fuera en broma o con cariño.
El contrato también
especificaba las sanciones por cada incumplimiento, que podían ir desde pedir
perdón de rodillas hasta pasar una semana sin sexo o sin ver la televisión.
Lucía y Javier
pensaron que así serían más felices y evitarían los problemas típicos de las
parejas.
Sin embargo, pronto se dieron cuenta de que el contrato era una fuente
de conflictos y de infelicidad. Cada día se acusaban mutuamente de violar
alguna cláusula y se imponían sanciones desproporcionadas. Además, se sentían
vigilados y controlados por el otro, lo que les generaba ansiedad y resentimiento.
Un día, Lucía
descubrió que Javier tenía una cuenta secreta de Instagram y le había dado me
gusta a varias fotos de una modelo. Furiosa, le reclamó que había roto el
contrato y le exigió que le entregara el móvil y le pagara una multa de 500
euros. Javier se negó y le dijo que él también sabía que ella le había mentido
sobre una cena con sus amigas, cuando en realidad había ido al cine con un
antiguo novio. Le pidió que le devolviera el anillo de compromiso y le hiciera
una transferencia de 1000 euros.
Así empezó una guerra
sin cuartel entre los dos, que terminó con una demanda judicial por
incumplimiento de contrato y daños morales. El juez, al ver el contrato, no
pudo evitar reírse y les dijo que aquello era una locura y que lo mejor que
podían hacer era romperlo y olvidarse el uno del otro. Lucía y Javier se
miraron con odio y asintieron. El juez les devolvió el contrato hecho pedazos y
les deseó suerte.
“Sonríe aunque te duela el
corazón. Sonríe aunque lo tengas roto. Aunque haya nubes en el cielo lo
conseguirás, si sonríes a pesar del miedo y el dolor. Sonríe y tal vez mañana
verás el sol brillando para ti” (Este precioso consejo nos lo dio Charles Chaplin del que hoy celebramos su 134 cumpleaños. No sólo era bombín, bigote y bastón. Era un gran humanista)
Hoy hubiese cumplido 84 años. Se paró su tiempo aquí a los 60. Y si, es necesario decir muchas veces que se ama. No cal cansar-se de dir "t'estimo", encara que no estigui per contracte.
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