48 SEGUNDOS
El anciano se sentó frente al televisor y encendió el canal de noticias. Quería distraerse un poco de su rutina diaria, de sus dolores crónicos, de su soledad. Pero lo que vio en la pantalla no le ayudó mucho.
"Se revela por la última grabación de la cabina del Titán, el submarino con 5 millonarios en busca del Titánic, que estos tuvieron 48 segundos para darse cuenta de su destino fatal"
El hombre frunció el ceño y apagó el televisor. Le parecía una burla que le recordaran constantemente la tragedia del Titán, como si fuera algo que le importara a la gente común y corriente. Él nunca había viajado en un crucero, ni siquiera en un avión. Su vida había sido una sucesión de trabajos precarios, problemas económicos, enfermedades y pérdidas. No tenía familia, ni amigos, ni sueños. Solo esperaba el día en que su corazón se detuviera y lo liberara de su miseria.
Pensó que hasta en eso habían tenido suerte los millonarios del Titán. Solo habían sufrido unos segundos, mientras que él sabía que iba a morir desde que tenía uso de razón. Cada día era una agonía, una cuenta regresiva, una espera sin sentido. ¿Qué diferencia había entre 48 segundos y 87 años? Al final, el resultado era el mismo: la nada.
Se levantó del sofá y se dirigió a la cocina. Abrió el cajón donde guardaba sus medicinas y sacó una botella de pastillas. Las miró con indiferencia y se las llevó a la boca. Bebió un vaso de agua y se acostó en la cama. Cerró los ojos y esperó.
Quizás así podría adelantar su reloj y alcanzar a los millonarios del Titán. Quizás así podría tener un poco de paz.
O quizás no.
"Su locura, su idea, estaba allí, en aquella cabeza
obstinada, torturante, devoradora. Se comía el cuerpo poco a poco. Ella la
invisible, la impalpable, la inalcanzable, la inmaterial idea minaba la carne,
bebía la sangre, apagaba la vida“ (Guy de Maupassant, su vida se apagó el 6 de julio de 1893 pero nos dejo un cielo iluminado con sus letras)
Y que cumplas muchos más de los 77 de hoy ¡Besos de colores y pintados a la acuarela! I a pesar de tot, ¡que tingueu bona nit!
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