EL DÍA QUE EL VOTO VOLÓ
Era un día de verano tan caluroso que hasta los cactus buscaban sombra. El calor se podía cortar con cuchillo y servir en un plato, si te gustaba el sabor del sudor y la desesperación. En este abrasador día, se celebraban las elecciones generales, un evento que solía ser tan emocionante como ver pintura secar en la pared. Sin embargo, este año, las cosas estaban un poco más... aireadas.
En un intento por combatir el calor, la organización electoral, en un alarde de su conocido sentido común, había instalado enormes ventiladores en todos los centros de votación. El rugido de los ventiladores llenaba los recintos, proporcionando una banda sonora que oscilaba entre el despegue de un Boeing 747 y la queja constante de un gato enfadado.
A medida que la gente depositaba sus votos, los papeletas volaban por los aires, creando un remolino de democracia y desorden. Los votantes perseguían a sus papeletas a través de los centros de votación, tratando de atraparlas antes de que se perdieran en el torbellino de papel y promesas incumplidas.
El resultado fue un aumento de la abstención de más del 12% respecto a los comicios de 2019. Pero, ¿realmente se puede llamar abstención si tus intenciones de voto son arrastradas por un vendaval artificial?
Los partidos que habían bajado en votos, por supuesto, tenían una excusa preparada. "¡Nuestros votos se los llevó el ventilador!" se convirtió en el lema no oficial del día. Los debates postelectorales se convirtieron en discusiones acaloradas sobre aerodinámica y la influencia del viento en la democracia.
Incluso se propusieron nuevas teorías de conspiración. ¿Habían los ventiladores sido colocados estratégicamente para favorecer a ciertos partidos? ¿Los papeletas de unos partidos eran más livianos que los de otros? ¿Había una mano invisible (y muy ventosa) manipulando los resultados?
Ah, pero esas son historias para otro día. Hoy, en este día de calor y caos, la única certeza es que la democracia, al igual que los votos, puede ser algo volátil. Y quizás, solo quizás, en el futuro, las elecciones se celebrarán en un clima más adecuado.
Porque, como aprendimos hoy, cuando la política y la física se enfrentan, es el voto el que sale volando.
“La rutina no está tanto en las cosas como en nuestra incapacidad para crear a cada momento un vínculo original con ellas, en nuestra tendencia a leerlas por la falsilla de lo rutinario, de lo ya aprendido. Hay que seguir dejando siempre abierta la puerta al cuarto de jugar“ (Carmen Martín Gaite, hoy hace 23 años que se fue a su particular cuarto de jugar)
I avui un missatge en forma de cançó d'un dels llocs que seran més visitats per l'espectre polític espanyol.
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