EL DÍA QUE LA POESÍA MURIÓ
Ese día, el sol se levantó con timidez sobre Granada, como si presagiara la desdicha que estaba por caer. Los pájaros cantaban, pero sus trinos parecían más un lamento que una melodía. A lo lejos, el eco de los fusiles ensordecía la serenidad del amanecer.
Federico García Lorca, poeta y dramaturgo, genio indiscutible de las letras y voz de los sin voz, se encontraba en la prisión improvisada de un antiguo colegio. Sus ojos, oscuros y profundos como pozos de tinta, reflejaban la tristeza de un alma que, a pesar de todo, aún encontraba belleza en la desolación.
"El mundo es un escenario, Federico," dijo su compañero de celda, un viejo anarquista con una barba gris y desaliñada. "Y tú... tú eres un actor principal."
Lorca sonrió, una sonrisa triste y resignada, pero llena de dignidad. "No, amigo mío, yo no soy un actor principal. Soy un poeta, y los poetas somos como los ríos. Solo reflejamos la luz del sol y la luna."
Esa noche, las sombras se alargaban como dedos acusadores sobre las calles de Granada. Las tropas franquistas, con sus uniformes grises y sus caras impasibles, parecían estatuas de sal bajo la luna pálida. Lorca, junto a otros prisioneros, fue llevado al barranco de Víznar.
En el aire flotaba un silencio mortal, solo roto por el crujir de las botas sobre la grava. Lorca, con la cabeza alta y los ojos fijos en la noche estrellada, parecía más un ángel caído que un hombre condenado.
Y entonces, en un instante, el silencio se rompió. Los fusiles hablaron y la poesía murió. Lorca cayó, como una marioneta con los hilos cortados, su sangre tiñendo la tierra de Granada. Las estrellas parecieron parpadear en un gesto de duelo y la luna, con su luz plateada, lloró lágrimas de luto.
El 18 de agosto de 1936, las tropas franquistas asesinaron a Federico García Lorca. Pero aunque su cuerpo yació en la fría tierra de Granada, su espíritu y su poesía trascendieron. En la muerte, como en la vida, Lorca se convirtió en un símbolo, una voz que resonó a través de los años, una luz que, a pesar de la oscuridad, nunca se extinguió.
"El más terrible de todos los sentimientos es el sentimiento de tener la esperanza muerta" (Federico García Lorca hace que nuestra vida sea una poesía. De Lorca escogería todas sus frases pero hoy, me quedo con esa)
Y Leonard Cohen, entre otros muchos, cantó sus poemas con esa voz rota que tanto emociona... al menos a mí. Encara que el títol d'avui doni per morta la poesia, no és així: com deia aquell romàntic "podrà no haver-hi poetes, però sempre hi haurà poesia"
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