LA REALIDAD DE LA FICCIÓN
¿Qué es lo real y qué es lo irreal? ¿Acaso existe una
frontera definida entre ambos mundos, o son sólo ilusiones creadas por nuestra
mente? ¿Somos capaces de percibir la realidad tal como es, o sólo vemos lo que
queremos ver?
Estas son las preguntas que me atormentan desde que
tuve aquella experiencia que cambió mi vida. Una experiencia que me hizo
cuestionar todo lo que creía saber, y que me abrió las puertas a un universo
desconocido y fascinante.
Fue una noche de verano, cuando el cielo estaba lleno
de estrellas y la luna brillaba con fuerza. Yo estaba en mi casa, leyendo un
libro de ciencia ficción, cuando sentí una extraña sensación en el pecho. Era
como si algo me llamara, me atrajera hacia algún lugar. Dejé el libro sobre la
mesa y me levanté. Salí al balcón y miré alrededor. No había nadie en la calle,
ni un solo ruido. Todo estaba en silencio.
Entonces lo vi. Era un haz de luz verde que salía de
la azotea del edificio de enfrente. Era como un rayo láser que se proyectaba
hacia el cielo. Me quedé hipnotizado por aquel fenómeno. Sentí una curiosidad
irresistible por saber qué era aquello. Sin pensarlo dos veces, bajé las
escaleras y salí a la calle. Crucé la acera y entré en el portal del otro
edificio. Subí al ascensor y pulsé el botón del último piso.
Cuando llegué a la azotea, me quedé sin aliento. Allí
estaba el origen de la luz verde. Era una especie de máquina, parecida a un
telescopio, pero mucho más grande y compleja. Tenía cables, antenas, pantallas,
botones y palancas. Y en el centro, había una lente enorme que apuntaba al
cielo.
Junto a la máquina, había un hombre vestido con una
bata blanca. Era un hombre mayor, de pelo cano y barba larga. Tenía unas gafas
redondas y unos auriculares en las orejas. Estaba absorto en su trabajo, manipulando
los controles de la máquina.
Me acerqué a él con cautela. No pareció notar mi
presencia. Le toqué el hombro y le dije:
- Disculpe,
señor. ¿Qué es esto?
El hombre se sobresaltó y se giró hacia mí. Me miró
con sorpresa y desconfianza.
- ¿Quién
eres tú? ¿Qué haces aquí?
- Soy su
vecino del edificio de al lado. Vi la luz verde desde mi balcón y vine a
ver qué era.
- ¿La luz
verde? - El hombre pareció confundido - ¿De qué luz verde hablas?
- La que
sale de esa máquina - Le señalé con el dedo.
El hombre siguió mi gesto y se quedó boquiabierto.
- ¡Pero si
eso es imposible! - Exclamó - ¡Esa máquina no emite ninguna luz!
- ¿Cómo que
no? - Le repliqué - Yo la veo claramente.
- No puede
ser - Insistió el hombre - Esa máquina es un dispositivo para comunicarse
con otras dimensiones. Es un proyecto secreto en el que llevo años
trabajando. Pero nunca he conseguido establecer contacto con ningún otro
mundo. Y mucho menos emitir una señal luminosa.
- Pues yo le
digo que sí - Afirmé - Y no soy el único que la ve. Mire - Saqué mi móvil
del bolsillo y le mostré una foto que había tomado desde mi balcón - Ahí
tiene la prueba.
El hombre cogió el móvil con temblorosas manos y
observó la foto con incredulidad.
- Esto es
increíble - Murmuró - Esto significa que… ¡lo he logrado! ¡He roto la barrera
entre lo real y lo irreal!
- ¿Qué
quiere decir? - Le pregunté, intrigado.
- Quiere
decir que esa luz verde no es una luz real, sino una luz irreal. Una luz
que sólo puede ser vista por aquellos que tienen una mente abierta y
receptiva a lo desconocido. Una mente como la tuya, y como la mía.
- ¿Y qué hay
al otro lado de esa luz? - Quise saber.
- No lo sé -
Reconoció el hombre - Pero estoy dispuesto a averiguarlo. ¿Y tú? ¿Te
atreves a acompañarme en esta aventura?
- Sí -
Respondí, sin dudar - Sí, me atrevo.
El hombre sonrió y me tendió la mano.
- Entonces,
ven conmigo. Vamos a cruzar el umbral de lo real y lo irreal. Vamos a
explorar los misterios del universo. Vamos a ver lo que nadie ha visto
antes.
Así fue como empezó todo. Así fue como entré en un
mundo de maravillas y horrores, de sueños y pesadillas, de magia y ciencia. Un
mundo que me enseñó que la realidad es mucho más compleja y fascinante de lo
que imaginaba. Un mundo que me hizo comprender que los hombres de más amplia
mentalidad saben que no hay una distinción clara entre lo real y lo irreal; que
todas las cosas parecen lo que parecen sólo en virtud de los delicados
instrumentos psíquicos y mentales de cada individuo, merced a los cuales
llegamos a conocerlos; pero el prosaico materialismo de la mayoría condena como
locura los destellos de clarividencia que traspasan el velo común del claro
empirismo.
"Nada existe en la mente que antes no haya existido en los sentidos." (Johann Wolfgang von Goethe, Goethe para l@s amig@s, nació el 28 de agosto de 1749 para ser novelista, poeta, científico, filósofo, dramaturgo y escritor romántico. Ah! Y alemán)
Y que cumplas muchos más de los 58 de hoy y sigas sin tener dudas de quién y cómo eres. M'he quedat amb les ganes de fer un relat sobre l'esperpent en què s'està convertint -o està aflorant en tota la seva cruesa- la vida nacional. En la meva època, i no ha plogut tant, s'utilitzaven els tancaments a les esglésies per a reivindicacions polítiques, avui per a reivindicacions masclistes.
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