lunes, 28 de agosto de 2023

 LA REALIDAD DE LA FICCIÓN


 
¿Qué es lo real y qué es lo irreal? ¿Acaso existe una frontera definida entre ambos mundos, o son sólo ilusiones creadas por nuestra mente? ¿Somos capaces de percibir la realidad tal como es, o sólo vemos lo que queremos ver?

Estas son las preguntas que me atormentan desde que tuve aquella experiencia que cambió mi vida. Una experiencia que me hizo cuestionar todo lo que creía saber, y que me abrió las puertas a un universo desconocido y fascinante.
 
Fue una noche de verano, cuando el cielo estaba lleno de estrellas y la luna brillaba con fuerza. Yo estaba en mi casa, leyendo un libro de ciencia ficción, cuando sentí una extraña sensación en el pecho. Era como si algo me llamara, me atrajera hacia algún lugar. Dejé el libro sobre la mesa y me levanté. Salí al balcón y miré alrededor. No había nadie en la calle, ni un solo ruido. Todo estaba en silencio.
 
Entonces lo vi. Era un haz de luz verde que salía de la azotea del edificio de enfrente. Era como un rayo láser que se proyectaba hacia el cielo. Me quedé hipnotizado por aquel fenómeno. Sentí una curiosidad irresistible por saber qué era aquello. Sin pensarlo dos veces, bajé las escaleras y salí a la calle. Crucé la acera y entré en el portal del otro edificio. Subí al ascensor y pulsé el botón del último piso.
 
Cuando llegué a la azotea, me quedé sin aliento. Allí estaba el origen de la luz verde. Era una especie de máquina, parecida a un telescopio, pero mucho más grande y compleja. Tenía cables, antenas, pantallas, botones y palancas. Y en el centro, había una lente enorme que apuntaba al cielo.
 
Junto a la máquina, había un hombre vestido con una bata blanca. Era un hombre mayor, de pelo cano y barba larga. Tenía unas gafas redondas y unos auriculares en las orejas. Estaba absorto en su trabajo, manipulando los controles de la máquina.
 
Me acerqué a él con cautela. No pareció notar mi presencia. Le toqué el hombro y le dije:
 
- Disculpe, señor. ¿Qué es esto?
 
El hombre se sobresaltó y se giró hacia mí. Me miró con sorpresa y desconfianza.
 
- ¿Quién eres tú? ¿Qué haces aquí?
 
- Soy su vecino del edificio de al lado. Vi la luz verde desde mi balcón y vine a ver qué era.
 
- ¿La luz verde? - El hombre pareció confundido - ¿De qué luz verde hablas?
 
- La que sale de esa máquina - Le señalé con el dedo.
 
El hombre siguió mi gesto y se quedó boquiabierto.
 
- ¡Pero si eso es imposible! - Exclamó - ¡Esa máquina no emite ninguna luz!
 
- ¿Cómo que no? - Le repliqué - Yo la veo claramente.
 
- No puede ser - Insistió el hombre - Esa máquina es un dispositivo para comunicarse con otras dimensiones. Es un proyecto secreto en el que llevo años trabajando. Pero nunca he conseguido establecer contacto con ningún otro mundo. Y mucho menos emitir una señal luminosa.
 
- Pues yo le digo que sí - Afirmé - Y no soy el único que la ve. Mire - Saqué mi móvil del bolsillo y le mostré una foto que había tomado desde mi balcón - Ahí tiene la prueba.
 
El hombre cogió el móvil con temblorosas manos y observó la foto con incredulidad.
 
- Esto es increíble - Murmuró - Esto significa que… ¡lo he logrado! ¡He roto la barrera entre lo real y lo irreal!
 
- ¿Qué quiere decir? - Le pregunté, intrigado.
 
- Quiere decir que esa luz verde no es una luz real, sino una luz irreal. Una luz que sólo puede ser vista por aquellos que tienen una mente abierta y receptiva a lo desconocido. Una mente como la tuya, y como la mía.
 
- ¿Y qué hay al otro lado de esa luz? - Quise saber.
 
- No lo sé - Reconoció el hombre - Pero estoy dispuesto a averiguarlo. ¿Y tú? ¿Te atreves a acompañarme en esta aventura?
 
- Sí - Respondí, sin dudar - Sí, me atrevo.
 
El hombre sonrió y me tendió la mano.
 
- Entonces, ven conmigo. Vamos a cruzar el umbral de lo real y lo irreal. Vamos a explorar los misterios del universo. Vamos a ver lo que nadie ha visto antes.
 
Así fue como empezó todo. Así fue como entré en un mundo de maravillas y horrores, de sueños y pesadillas, de magia y ciencia. Un mundo que me enseñó que la realidad es mucho más compleja y fascinante de lo que imaginaba. Un mundo que me hizo comprender que los hombres de más amplia mentalidad saben que no hay una distinción clara entre lo real y lo irreal; que todas las cosas parecen lo que parecen sólo en virtud de los delicados instrumentos psíquicos y mentales de cada individuo, merced a los cuales llegamos a conocerlos; pero el prosaico materialismo de la mayoría condena como locura los destellos de clarividencia que traspasan el velo común del claro empirismo.
 
"Nada existe en la mente que antes no haya existido en los sentidos." (Johann Wolfgang von Goethe, Goethe para l@s amig@s, nació el 28 de agosto de 1749 para ser novelista, poeta, científico, filósofo, dramaturgo y escritor romántico. Ah! Y alemán)
 
Y que cumplas muchos más de los 58 de hoy y sigas sin tener dudas de quién y cómo eres.  M'he quedat amb les ganes de fer un relat sobre l'esperpent en què s'està convertint -o està aflorant en tota la seva cruesa- la vida nacional. En la meva època, i no ha plogut tant, s'utilitzaven els tancaments a les esglésies per a reivindicacions polítiques, avui per a reivindicacions masclistes.
 

 

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