jueves, 19 de octubre de 2023

LA CHICA DE IPANEMA


La plaza de Ipanema era un escenario de ensueño, donde el sol brillaba sobre las estatuas de bronce y el aroma de las flores se mezclaba con el de la brisa marina. Allí, cada día, se repetía una escena que parecía sacada de una canción: la chica de Ipanema, con su cuerpo dorado por el sol y su dulce balanceo, caminaba por la plaza como una diosa, dejando a su paso un rastro de admiración y deseo. Los hombres se detenían a mirarla, hipnotizados por su belleza, pero ella seguía su camino sin prestarles atención, como si estuviera en su propio mundo.

Sin embargo, las estatuas sabían que ella no estaba sola en su mundo. Había un hombre que la observaba desde lejos, enamorado de ella sin atreverse a acercarse. Era Antonio, un joven tímido y soñador que trabajaba en una librería cercana. Las estatuas podían sentir su dolor y su deseo, y se preguntaban cuánto tiempo más podría soportar antes de confesar sus sentimientos.

Un día, mientras la chica de Ipanema caminaba por la plaza, una de las estatuas le habló. Era la de un poeta famoso que había vivido en la ciudad y que había escrito versos sobre el amor.

-¿No te das cuenta de que hay alguien que te ama en secreto? -le preguntó con una voz suave pero firme.

La chica se sorprendió al escuchar una voz que no provenía de un ser humano, pero cuando se dio cuenta de que era una de las estatuas hablando con ella, no pudo evitar sonreír.

-¿Y quién es ese alguien? -preguntó con curiosidad.

-Es él -respondió la estatua señalando al hombre que estaba sentado en un banco cercano, mirándola con tristeza en los ojos.

La chica se acercó a él y le habló por primera vez. Descubrió que se llamaba Antonio y que había estado enamorado de ella desde el primer día en que la vio. Hablaron durante horas, compartiendo sus pensamientos y sentimientos más profundos. Las estatuas los observaban con ternura, sabiendo que estaban presenciando el comienzo de una gran historia de amor.

Con el tiempo, Antonio y la chica de Ipanema se enamoraron perdidamente el uno del otro. Se casaron en la misma plaza donde se conocieron, rodeados por las estatuas que habían sido testigos de su historia de amor desde el principio.

Las estatuas sonrieron al verlos felices juntos, sabiendo que habían cumplido su propósito al unir a dos almas gemelas. Y aunque seguían siendo inmóviles y silenciosas como siempre, las estatuas se sentían más vivas que nunca gracias a la pasión y el amor que habían presenciado entre Antonio y la chica de Ipanema.

“La manera de ser inmortal es morir todos los días” (Thomas Browne, que estuvo muriéndose y volviendo a renacer todos los días desde el 19 de octubre de 1605 hasta el 19 de octubre de 1682. Por eso se convirtió en inmortal: viviendo cada día como si fuese el último)

Vinicius de Morais ya no celebrará más su cumpleaños pero su "Garota de Ipanema" (¿no hace falta que lo traduzca, verdad?) será inmortal muriendo y renaciendo todos los días.

Per si de cas algun dia s'inventa la immortalitat, millor en comptes de morir tots els dies ens dormirem que és el més semblant... i pot ser que fins somiem. Un aclariment: la dona de la foto no existeix, és una imatge creada amb intel·ligència artificial. Massa intel·ligent és que coneix fins als meus gustos.

 


 

 

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