martes, 21 de noviembre de 2023

DESPERDICIO DE AMOR


El viento frío susurraba entre las rendijas de la ventana, llevando consigo un sutil aroma a melancolía. En aquella habitación, impregnada de penumbras, yacía un hombre solitario, sumido en la tortuosa agonía de los recuerdos. Su mirada perdida, reflejo de un alma cansada, se perdía en las sombras que danzaban caprichosas por las paredes. Era un testigo silencioso de su propio naufragio emocional.

Él, un hombre de facciones angulosas y mirada cansada, había sido despojado de la presencia que una vez le dio sentido a su existencia. Sus labios, antes portadores de promesas y caricias, ahora se encontraban sellados por el remordimiento. La figura de ella, una musa envuelta en elegancia, se desvanecía en el laberinto de su mente. Un amor quebrantado, un corazón desolado.

Se adentró en su pasado, como una hoja al viento arrastrada por la corriente de la memoria. Recordó los días de risas y complicidad, los besos robados al amanecer, los susurros de pasión en la penumbra de la noche. Pero también emergieron las sombras de sus propios errores, como espinas clavadas en su conciencia. Mentiras y engaños tejieron una telaraña venenosa, enredando los lazos de confianza y ternura.

Un suspiro amargo escapó de sus labios mientras contemplaba el vacío que ahora lo rodeaba. El torrente de amor que alguna vez fluía entre ellos se había agotado, dejando solo un eco apagado en el vasto abismo de su soledad. Las lágrimas, testigos mudos de su arrepentimiento, se deslizaban por sus mejillas, como pequeños ríos que buscaban su destino en el océano de la tristeza.

"¿Por qué te fuiste sin decir adiós?", murmuró en un susurro lastimero, como si las palabras pudieran atravesar el velo del tiempo y llegar a oídos que ya no podían escuchar. La habitación pareció responder con un silencio pesado, lleno de la nostalgia de un amor perdido.

En el crepúsculo de su desolación, el hombre comprendió la magnitud de su desdicha. Ella, un ser de luz y esperanza, había sido víctima de su propia incapacidad para amar sin reservas. Ahora, en la penumbra de su existencia, anhelaba desesperadamente aquellos momentos que nunca más volverían.

El reloj marcaba el paso implacable del tiempo, como un recordatorio constante de su propia insignificancia. El hombre, abrazado por la tristeza, se levantó con paso lento y vacilante. Dirigió su mirada hacia el horizonte, donde el sol se ocultaba tras las montañas, pintando el cielo con tonos de melancolía y promesas rotas.

"Yo fui un desperdicio de amor", susurró al viento, mientras su figura se desvanecía en la oscuridad de la noche. El eco de sus palabras se perdió entre las estrellas, como un eco eterno de arrepentimiento y anhelo.

En el desamparo de su alma, el hombre se convirtió en un personaje más en el vasto universo del amor perdido. Una historia que se repetía una y otra vez, como un ciclo interminable de desencuentros y despedidas. En su ausencia, ella se convertiría en un fantasma perpetuo, un recuerdo que nunca abandonaría su corazón destrozado.

Y así, el destino tejía sus hilos invisibles, transformando el amor en un canto trágico, en una melodía quebrada por el peso de las palabras no dichas. En la oscuridad de aquella habitación vacía, el hombre se enfrentaba a su propia penitencia, sabiendo que el amor, una vez perdido, difícilmente volvería a encontrar refugio en su alma atormentada.

"La democracia consiste en que los ricos elijan a los pobres que han de gobernar para que los ricos sigan siendo ricos y los pobres pobres" (Julio Anguita, hoy hubiese cumplido 82 años. Hace 3 que no nos deja lecciones como la que encierra la frase. Con él podías juntar las palabras político y honrado en una misma frase)

Y que cumplas muchos más de los 31 de hoy cantando canciones tan desgarradoras como la del vídeo.  Agrair a l'homenatjat del vídeo perquè ha estat l'inspirador del relat d'avui.




 

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