viernes, 29 de diciembre de 2023

EL RELOJ BIOLÓGICO


La alarma del reloj biológico de Marta no era una metáfora. Era un aparato real que le habían regalado sus padres cuando cumplió 25 años, con la esperanza de que se animara a buscar pareja y tener hijos. El reloj tenía una cuenta atrás que indicaba el tiempo que le quedaba para ser madre, según unos cálculos basados en su historial médico, su estilo de vida y su genética. Cuando el reloj llegaba a cero, se suponía que Marta ya no podría concebir, y se activaba una alarma estridente que solo se podía apagar con una prueba de embarazo positiva.

Marta odiaba el reloj, pero no se atrevía a tirarlo por la ventana, por miedo a ofender a sus padres, que la llamaban cada semana para preguntarle si había conocido a alguien especial. Ella les decía que sí, que estaba saliendo con un chico muy simpático, pero en realidad era mentira. Marta no tenía tiempo ni ganas de buscar el amor, estaba demasiado ocupada con su trabajo como periodista de investigación, que le apasionaba y le daba muchas satisfacciones.

Un par de días antes de su trigésimo cumpleaños, cuando la alarma de su reloj biológico empezó a sonar fragosamente, Marta entró en pánico. No quería que sus padres se enteraran de que seguía soltera y sin hijos, y tampoco quería escuchar el ruido infernal que le recordaba su supuesto fracaso como mujer. Así que llamó a su hermana, que tenía dos hijos pequeños, y se ofreció a cuidarlos esa tarde, con la excusa de que quería pasar tiempo con ellos.

Su hermana, que estaba encantada de tener un respiro, aceptó sin dudar y le dejó a Marta a cargo de los niños. Marta pensó que quizá así podría apreciar las bondades de la maternidad y sentir el instinto maternal que tanto le faltaba. Pero pronto se dio cuenta de que se había equivocado.

Los niños eran unos demonios. No paraban de llorar, pelearse, ensuciarlo todo y pedirle cosas. Marta no sabía cómo manejarlos, y se sentía abrumada y frustrada. Intentó distraerlos con juegos, cuentos, películas, pero nada funcionaba. Los niños se aburrían y se ponían más insoportables. Marta miraba el reloj y rezaba para que su hermana volviera pronto.

Cuando por fin su hermana regresó,  le devolvió a los niños con una sonrisa forzada y se despidió rápidamente. Estaba exhausta y deseaba llegar a su casa y descansar. Al regresar a casa, toda despeinada, se lanzó sobre su cama y le dio un fuerte golpe a su reloj para que se callara, susurrando para sí misma "5 años más", antes de quedarse profundamente dormida por lo cansada que estaba.

Al día siguiente, Marta se despertó con una sorpresa. El reloj biológico había dejado de sonar. Lo miró con curiosidad y vio que la pantalla mostraba un mensaje: "Felicidades, eres madre". Marta se quedó perpleja y pensó que el reloj se había estropeado. Pero entonces oyó un llanto que venía de debajo de su cama. Se asomó y vio a un bebé envuelto en una manta, con una nota que decía: "Es tuyo. Lo encontré en la puerta de tu casa. Tu hermana".

Marta no podía creer lo que estaba viendo. Su hermana le había gastado una broma pesada, aprovechando que había encontrado a un bebé abandonado. Sintió una mezcla de rabia, miedo y ternura. No sabía qué hacer con el bebé, ni cómo iba a explicarle a sus padres lo que había pasado. Pero entonces el bebé le sonrió, y Marta sintió algo que nunca había sentido antes. Un amor incondicional que le llenó el corazón. Cogió al bebé en brazos y lo acunó con dulzura. Tal vez la maternidad no fuera tan mala después de todo.

"Volem un futur digne per als nostres fills i filles, per a tota la gent que vol fer de Catalunya la seva terra d'acolliment i esperança". (Moltes felicitats, Molt Honorable President Carles Puigdemont i Casamajó, que va nèixer a Amer -Girona- el 29 de desembre de 1962)

Y que cumplas muchos más de los 77 de hoy y sigas cantando con esa nostalgia de lo vivido. Mira per la finestra, on els nens juguen feliços. Recorda la seva infància, quan cantava i reia amb els seus amics. Ara està sola, sense ningú que la vulgui. El temps ha esborrat els seus somnis, i només li queda el so de la pluja i les llàgrimes d'ahir.

 



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