A VECES VEO OVNIS
Iker Jiménez llevaba años soñando con visitar el Área 51, el lugar donde supuestamente se ocultaban los secretos más oscuros del gobierno y los extraterrestres. Un día, recibió una invitación anónima para entrar en la base militar y conocer la verdad. Sin pensárselo dos veces, cogió su cámara, su grabadora y su pasaporte y se dirigió al aeropuerto.
Al llegar al desierto de Nevada, un coche negro le esperaba en la entrada. Un hombre con gafas de sol y traje le saludó y le condujo hasta el interior de la instalación. Iker no podía creer lo que veía: hangares llenos de naves espaciales, laboratorios con seres de otros mundos, archivos con documentos clasificados... Era el sueño de cualquier conspiranoico.
El hombre le llevó hasta una sala donde le esperaba una pantalla gigante. Le dijo que allí le mostrarían la verdad absoluta sobre el Área 51. Iker se sentó emocionado y pulsó el botón de play. En la pantalla apareció un mensaje:
"Estimado Iker Jiménez, esto es una broma. No hay nada en el Área 51. Todo lo que has visto es un montaje. Te hemos engañado. Gracias por participar en el programa 'Inocente, inocente'. Feliz día de los inocentes".
Iker se quedó boquiabierto y miró a su alrededor. El hombre, los guardias, los científicos y los extraterrestres se quitaron las máscaras y se rieron a carcajadas. Iker no sabía si reír o llorar. Había sido víctima de la broma más elaborada de la historia.
"Cierra los ojos y mira." (James Joyce, del 2 de febrero de 1882. Ta vez para entender su novela “Ulises” haga falta cerrar los ojos. Él mismo dijo de su novela: "He puesto tantos enigmas y acertijos que la novela mantendrá ocupados a los profesores durante siglos, discutiendo acerca de lo que quise decir." Razón no le faltaba)
El bajista del grupo Sex Pistols, Sid Vicious, no llegó a integrarse en el selecto grupo de los muertos a los 27 años. El llegó a los 21 porque, como indica su apellido, era todo vicio... y del malo. Se traspasó a la habitación de al lado el 2 de febrero de 1979.
Deu salvi a la reina
El guitarrista esquinçava furiós les cordes, el seu so estrident retrunyia en els altaveus. Johnny *Rotten cridava al micròfon amb menyspreu: "No hi ha futur, no hi ha futur per a tu". La munió jove i rebel corejava les paraules amb energia continguda. No sentien cap inclinació per la monarquia, símbol d'una nació conservadora que no els representava. El baix marcava el ritme frenètic, desafiador, la bateria era pura agressivitat. Els seus rostres maquillats escopien ràbia per l'establishment. Aquella cançó era una declaració de guerra a la reina i tot el que representava, un manifest de la nova joventut.
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