LA SARDANA, UN BAILE PELIGROSO
Era un frío atardecer del 7 de febrero de 1927 en Barcelona. La brisa del Mediterráneo agitaba las ramas de los plátanos que bordeaban la Rambla, dejando caer sobre la ancha avenida una lluvia de hojas secas. Los transeúntes se apretaban bajo las galerías comerciales protegiéndose del viento gélido que anunciaba la llegada del invierno.
Entre la multitud destacaba un grupo de ancianos que conversaban animadamente. Eran los tradicionales sardanistas que cada tarde se reunían en la plaza de Cataluña para tocar sus instrumentos y bailar las populares danzas regionales. Con sus amplias barbas blancas y sus ropajes típicos parecían personajes salidos de otro siglo. Llevaban toda la vida reuniéndose allí para transmitir de padres a hijos las antiguas costumbres catalanas.
—Esto es una ignominia - decía Enric, el director de la colla.- Llevamos décadas tocando aquí y ahora el gobernador nos prohíbe actuar. ¿Qué tiene de malo celebrar la cultura de nuestra tierra?
—Quiere acabar con nuestras tradiciones - añadió Bernat, el flautista-. Desde que la dictadura de Primo de Rivera impuso el castellano como única lengua oficial, van poco a poco sofocando nuestra identidad.
—Ya sabéis lo que dicen por ahí - les interrumpió Miquel, el pandero-. Dicen que incomoda a sus señorías ver tanta alegría catalana. Prefieren que estemos callados y sumisos.
En ese momento se unió al grupo un joven abogado que escuchó atentamente el debate. Era Lluís Companys, militante nacionalista que luchaba por los derechos civiles de Cataluña.
—No podemos permanecer impasibles - les dijo con fervor-. Debemos mostrar nuestra dignidad y resistencia de forma pacífica. Propongo que sigamos reuniéndonos aquí cada tarde para tocar y danzar, aunque nos prohiban actuar. Con nuestra presencia demostraremos que nadie podrá silenciar nuestras raíces.
Los ancianos lo miraron con esperanza. Sabían que en aquel idealista abogado tenían a un aliado para la causa. Así, a pesar de la prohibición, cada tarde siguieron reuniéndose en la plaza para tocar sus instrumentos y bailar sardanas con la cabeza bien alta, defendiendo con orgullo su cultura milenaria.
"No alabéis esa justicia que solamente es hermosa en apariencia." (Tomás Moro, nacido el 7 de febrero de 1478, nos advirtió de qué iba eso de la justicia, pero no le hemos hecho mucho caso… algun@s)
Y que cumplas muchos más de los 62 de hoy y sigas viviendo tu vida como hasta ahora que no parece que te vaya mal.
És la meva vida
Era un dia més en la vella ciutat, tractant de trobar el meu camí. Cansat de seguir sempre als altres, avui anava a viure la meva pròpia vida. Em vaig mirar al mirall i em vaig dir a mi mateix que aquest és el meu xou, jo faig les regles. Ningú anava a dir-me què fer, perquè ara és clar, aquesta vida és meva. Vaig muntar en la meva moto vella i vaig recórrer els carrers que tant coneixia, deixant enrere el meu passat per a viure el moment. Amb el vent en la cara i l'oceà sonant al lluny, per fi em vaig sentir lliure per a prendre les meves pròpies regnes. Aquesta és la meva vida i la viuré a la meva manera.
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