EL MENSAJE DE ALDEBARÁN
Aldebarán era una estrella roja y gigante, que dominaba el cielo de sus planetas con su fulgor. Uno de esos planetas, llamado Alfa, albergaba una forma de vida muy peculiar: unos seres de energía pura, que podían cambiar de forma y color a voluntad. Estos seres se comunicaban entre sí mediante ondas electromagnéticas, y se alimentaban de la radiación de su estrella. Eran curiosos e inteligentes, y habían explorado su sistema solar con sondas y naves.
Un día, dos de estos seres, que se llamaban Zeta y Sigma, decidieron visitar el cinturón de asteroides que orbitaba entre Aldebarán y Alfa. Querían estudiar las rocas y los minerales que allí se encontraban, y ver si había algún rastro de vida antigua. Se subieron a una pequeña nave, que podía albergar sus campos de energía, y se dirigieron al cinturón.
—¿Qué esperas encontrar aquí, Zeta? - preguntó Sigma, mientras observaba el paisaje estelar desde la ventana de la nave.
—No lo sé, Sigma. Tal vez alguna sorpresa. Aldebarán es una estrella muy vieja, quizás haya tenido otros planetas antes de que se hinchara y los devorara. Quizás haya algún vestigio de ellos en estos asteroides. - respondió Zeta, con entusiasmo.
—O quizás no haya nada. Solo rocas inertes y polvo. - replicó Sigma, con escepticismo.
—No seas tan negativo, Sigma. Hay que tener la mente abierta. Nunca se sabe lo que puede haber ahí fuera. - dijo Zeta, con optimismo.
Mientras hablaban, la nave se acercaba al cinturón de asteroides, y empezaba a esquivar los fragmentos de roca que se cruzaban en su camino. Zeta y Sigma activaron sus sensores, y empezaron a escanear los asteroides en busca de algo interesante.
—Mira, Zeta. Hay uno que tiene una forma extraña. Parece una placa metálica. - señaló Sigma, al ver un objeto brillante entre las rocas.
—Tienes razón, Sigma. Es muy raro. Vamos a verlo de cerca. - dijo Zeta, y ordenó a la nave que se acercara al objeto.
La nave se aproximó al objeto, y lo iluminó con un haz de luz. Zeta y Sigma se quedaron boquiabiertos al ver lo que era. Era una sonda espacial, de unos tres metros de largo, con una antena parabólica, un generador termoeléctrico, y varios instrumentos científicos. Pero lo más sorprendente era lo que había en el centro de la sonda: una placa de oro, con unos extraños símbolos grabados.
—¿Qué es esto, Zeta? - preguntó Sigma, incrédulo.
—Creo que es un mensaje. Un mensaje de otra civilización. - respondió Zeta, emocionado.
—¿De dónde habrá venido? ¿Y qué querrá decir? - preguntó Sigma, intrigado.
—Vamos a averiguarlo. - dijo Zeta, y se conectó con la sonda, tratando de acceder a su memoria.
Zeta y Sigma se quedaron en silencio, mientras analizaban la información que contenía la sonda. Descubrieron que se llamaba Pioneer 10, y que había sido lanzada por unos seres llamados humanos, que vivían en un planeta llamado Tierra, alrededor de una estrella llamada Sol. La sonda había sido enviada al espacio el 2 de marzo de 1972, según el calendario de los humanos, y había explorado el sistema solar exterior, pasando cerca de los planetas Júpiter y Saturno. Luego había salido del sistema solar, y había viajado durante más de un millón de años, hasta llegar a Aldebarán. La placa de oro era un mensaje para la hipotética vida inteligente extraterrestre, que mostraba la forma y el tamaño de los humanos, la posición de la Tierra en el sistema solar, y el origen de la sonda en el espacio.
—Esto es increíble, Zeta. Estos humanos eran muy valientes y curiosos. Se atrevieron a enviar un mensaje al espacio, sin saber si alguien lo recibiría. - dijo Sigma, admirado.
—Y nosotros lo hemos encontrado. Somos los primeros en conocer su existencia. - dijo Zeta, conmovido.
—¿Qué debemos hacer, Zeta? ¿Debemos responderles? ¿Debemos ir a visitarlos? - preguntó Sigma, entusiasmado.
—Tal vez sea demasiado tarde. Tal vez ya no existan. Tal vez hayan cambiado mucho y no quieran saber de nosotros. - dijo Zeta, con dudas.
—O tal vez nos estén esperando y quieran ser nuestros amigos. Tal vez podamos aprender mucho de ellos. - dijo Sigma, con esperanza.
—Creo que debemos intentarlo y explorar el espacio. Buscar la vida y si es posible comunicarnos. - dijo Zeta, con decisión.
—Estoy de acuerdo, Zeta. Vamos a hacerlo. Vamos a seguir el camino de los humanos. Vamos a seguir el camino de Pioneer 10. - dijo Sigma, con determinación.
Y así, Zeta y Sigma tomaron una decisión que cambiaría sus vidas, y quizás las de toda su especie. Decidieron seguir el rastro de la sonda Pioneer 10, y buscar el origen de su mensaje. Así que emprendieron un viaje hacia el Sol, hacia la Tierra y hacia los humanos. Decidieron enviar un mensaje de Aldebarán.
"No hay esclavitud peor que la que nace de una relación de confianza." (Multatuli, nacido el 2 de marzo de 1820 como Eduard Douwes Dekker pero vista como le iba la vida decidió cambiarse el nombre. Multatuli significa en latín “el que mucho ha sufrido”; no sé si ese cambio se debió a la cantidad de relaciones de confianza que tuvo)
Hoy hubiese cumplido 82 años y podría haber sido un día perfecto para él pero ya no tiene más días desde hace más de 10 años. Por cierto Lou Reed si que sufrio mucho por sus tendencias homosexuales (era bisexual): a los 14 años le practicaron sesiones de electroschok para "curarle" de su tendencia homosexual... y luego dicen de los bárbaros.
Un dia perfecte
Era un dia perfecte per a passejar per la ciutat. El sol brillava intensament en un cel clar. Vaig caminar sense rumb fix, deixant que els meus peus triessin el camí. A l'estona em vaig trobar en un parc, observant als coloms voletejar. Vaig treure una llauna de cervesa freda de la meva motxilla i em vaig asseure sota l'ombra d'un arbre. Vaig beure lentament, reflexionant sobre la vida, l'amor, les oportunitats perdudes. Vaig pensar en tu també. Esperava que on estiguessis també estiguessis gaudint d'un dia com aquest.
Y el bonus track de la canción:
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