EL DEBATE
En el verde y expectante camerino, los políticos se pavonean como pavos reales antes del gran espectáculo. Sus promesas, infladas como globos en una feria, listas para ser lanzadas al viento de la opinión pública. Uno ajusta su corbata con la precisión de un cirujano, mientras otro repasa sus notas, esas que cambian más a menudo que las estaciones.
"¿Están listos para la danza?", pregunta uno con una sonrisa que no llega a los ojos, más falsa que una moneda de tres euros. "Por supuesto", responde otro, "mis promesas son tan sólidas como el aire que respiramos". Risas contenidas llenan la sala, cada cual más nerviosa que la anterior, mientras practican sus mejores gestos de preocupación por el pueblo, esos mismos gestos que desaparecen tan pronto como las cámaras se apagan.
El debate promete ser un ballet de acusaciones y esquivas, una coreografía ensayada hasta la saciedad en el espejo de sus asesores. "Esta noche, el país es nuestro escenario", declama uno, ensayando su mejor cara de estadista. "Y nosotros somos los actores principales", concluye otro, sin darse cuenta de que el único papel que juegan es el de bufón en la corte de la política.
Mientras tanto, el público espera, ansioso por ver el espectáculo, preguntándose si esta vez será diferente, si las promesas se convertirán en algo más que palabras vacías. Pero en el fondo, todos saben que después del debate, lo único que quedará será el eco de las promesas, resonando en un teatro vacío.
"Si lloras por haber perdido el sol, las lágrimas no te dejarán ver las estrellas." (Rabindranath Tagore, nacido el 7 de mayo de 1861 para ser premio Nobel de literatura en 1913 y dejarnos miles de enseñanzas y frases en su obra “Pájaros perdidos”)
Y que cumplas muchos más de los 76 de hoy en nuestro País, por su puesto.
El meu país
Des del balcó del pis, observo la ciutat estesa sota els meus peus. Un mar de teulades on cada casa guarda una història, cada carrer un secret. La llum del sol ponient banya els edificis amb tons càlids, donant-los un aire melangòlic.
Tanco els ulls i respiro profundament. L'aire porta amb ell l'aroma dels plats que es cuinen a les cases, el soroll dels cotxes que circulen per les avingudes, les rialles dels nens que juguen al parc. Un murmuri de vida que em connecta amb la meva ciutat, amb el meu país.
Sóc conscient que el meu país és petit, un punt insignificant en el mapa del món. Però aquí és on he nascut, aquí he crescut, aquí he viscut els meus millors moments. I per petit que sigui, és el meu, és el meu llar.
Obro els ulls i torno a mirar la ciutat. Un somriure dibuixa els meus llavis. Sóc afortunat de pertànyer a aquest racó del món, de sentir-me part d'aquesta història. El meu país és petit, sí, però és immens en el meu cor
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