miércoles, 8 de mayo de 2024

PONER LA IGLESIA SOBRE EL CAMPANARIO


En la antigua Roma, donde las togas se usaban con más frecuencia que los pantalones y las sandalias eran el calzado de moda, había una regla no escrita que causaba más revuelo que un carro sin ruedas en la Vía Apia. Se decía que la postura sexual en la que la mujer se colocaba sobre el hombre estaba tan mal vista como un patricio en un banquete sin uvas.

Era una época de contradicciones cómicas, donde los senadores podían debatir durante horas sobre la importancia de la gravitas y la dignitas, pero se ruborizaban al pensar en una mujer tomando las riendas en el dormitorio. "¡Por Júpiter!", exclamaban, "¡Eso incitaría a las mujeres a ser más que los hombres!", como si la idea de una mujer en una posición elevada fuera tan peligrosa como un gladiador con hipo.

La prohibición era tan absurda que incluso las estatuas se sonrojaban, y los poetas no podían resistirse a escribir versos burlones sobre el tema, siempre con una pluma en una mano y una copa de vino en la otra. Imagínate, decían, un mundo al revés donde las damas dictaran las reglas del amor, ¡qué escándalo tan delicioso!

Y así, en los salones adornados con frescos y en los jardines perfumados, la gente susurraba y reía entre dientes sobre la postura prohibida, imaginando en secreto la dulce rebelión de compartir el lecho de igual a igual. Porque, al final, el humor y la elegancia siempre encuentran su camino, incluso en las páginas polvorientas de la historia.

“El principal problema de un gobierno ilimitado es que nadie está calificado para ejercer un poder ilimitado.” (Friedrich Hayek, nacido el 8 de mayo de 1899 para ser premio Nobel de Economía en 1974 a pesar de que sus frases hablaban de política; pero ¿qué es la economía sino una rama de la política?)

Hoy hubiésemos celebrado su 83 cumpleaños pero no, se fue camino de la luz del faro con 44.


La teva ombra

El sol s'enfonsava en l'horitzó, pintant el cel de tons taronges i roses. Ella caminava pel passeig marítim, la brisa marina acariciant la seva cara. De sobte, va sentir una presència al seu costat. Es va girar i va veure la seva imatge reflectida en el vidre d'un edifici proper.

En aquell moment, va comprendre. No importava on anés, sempre la seguiria: la seva ombra, el seu reflex, el seu record persistent. Un somriure va dibuixar-se en els seus llavis. No estava sola.

 

 

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