sábado, 4 de mayo de 2024

LA ESENCIA DE LA VIDA

 

En el corazón de una plaza bañada por el sol de la tarde, un grupo de señoras se congrega formando un círculo íntimo. Sus voces, un murmullo constante, se entrelazan con el zumbido de la ciudad  que las rodea. Los carritos de bebé, como satélites silenciosos, orbitan alrededor del corrillo, cada uno con su pequeño pasajero dormitando bajo la sombra de una capota color pastel.

La plaza es un tapiz de vida urbana, donde cada baldosa cuenta la historia de los pasos que la han desgastado. Las señoras, pilares de experiencia y sabiduría, visten ropas que son un collage de moda y funcionalidad, reflejo de su época. Una de ellas, con el cabello recogido en un moño descuidado, habla con la pasión de quien ha vivido lo suficiente para apreciar cada momento. Sus palabras fluyen como un río que ha visto civilizaciones nacer y caer a sus orillas.

—Mi pequeño Luis es un terremoto, igual que su abuelo luchando en la resistencia. Tiene esa misma chispa en los ojos, ese mismo fuego.

Otra de las mujeres, con una sonrisa que revela una mezcla de orgullo y resignación, comienza a hablar de las caquitas de su hijo.

—Es increíble -dice ella- cómo algo tan pequeño puede decirnos tanto sobre su bienestar.

Las demás asienten, sus rostros iluminados por una atención genuina que trasciende la trivialidad del tema.

—¡Oh, sí! -exclama otra- el otro día, la de mi pequeña era de un verde tan intenso que parecía que había comido puré de espinacas directamente del jardín de Popeye.

La risa se contagia entre ellas, pero no hay burla en sus ojos, solo la comprensión profunda de que esos detalles, por ínfimos que sean, son hilos dorados en el tejido de la maternidad.

—Es un ciclo –reflexiona otra en voz alta -como las estaciones del año, donde cada una trae su propio color y textura a la vida.

Las mujeres asienten, algunas con una sonrisa de entendimiento, otras con una mirada que parece decir que ya conocían este secreto.

En ese instante, como si una cortina se corriera ante mis ojos, comprendo que el sentido de la vida podría residir precisamente en eso: en la capacidad de interesarse sinceramente por la caquita del hijo del prójimo. La vida, pienso, es un intercambio constante, un dar y recibir de experiencias y cuidados, donde hoy escuchas y mañana serás escuchado con la misma intensidad.

"El suicidio no es un acto de valor. Es lo contrario. Es la acción cobarde. Y es egoísta. Hiere a todos los que dejas atrás, a todos los que amas” (Robin Cook, hoy cumple 84 años y ha escrito muchas novelas con el tema recurrente de la salud y la sanidad pública, la frase de hoy es de una de sus novelas)

Y hoy hace 3 años que ya no cumple más a pesar de haberse prometido a si mismo durar algo más que los 59 que alcanzó.

El mirall reflectint

En la penombra de la seva cambra, davant del mirall, la seva mirada es va trobar amb la seva pròpia imatge. Un rostre cansat, marcat per les cicatrius del temps i les batalles de la vida. Però en els seus ulls, encara brillava una llum viva, una flama de rebel·lia que es negava a apagar-se.

Recordava la promesa que es va fer a si mateix fa tant de temps: mai més es rendiria, mai més deixaria que la por s'apoderés d'ell. Havia jurat perseguir els seus somnis amb fermesa i determinació, sense importar els obstacles que trobés en el seu camí.

La vida l'havia posat a prova en moltes ocasions. Havia caigut i s'havia aixecat, havia plorat i havia somrigut. Però sempre havia mantingut la seva promesa, sempre havia trobat la força per continuar endavant.

Ara, mirant-se al mirall, va sentir una onada d'orgull. Havia aconseguit molt més del que mai hagués imaginat. Havia superat els seus pors, havia aconseguit els seus objectius i havia construït una vida plena de satisfaccions.

Però no era moment de descansar. Encara li quedaven molts somnis per complir, moltes aventures per viure. I sabia que, com sempre, complia la seva promesa: mai deixaria de lluitar pels seus somnis, mai deixaria de ser fidel a si mateix.

Amb una respiració profunda, va apagar el llum i es va submergir en la foscor. Però la llum de la seva flama interior continuava brillando, il·luminant el seu camí cap al futur.


 

 

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