MELANCOLÍA DE FUTURO
La brisa marina acaricia mi rostro con la delicadeza de un suspiro perdido, mientras mis ojos se pierden en el horizonte infinito. Sentado en la arena fría, cada grano parece contener un universo de historias olvidadas. El cielo, teñido de un crepúsculo melancólico, se despide del sol con la promesa de un nuevo encuentro.
"La vida es efímera," pienso, "y cada momento es un adiós silencioso." Recuerdo las risas que resonaban en este mismo lugar, los abrazos compartidos bajo el sol inclemente, y las promesas susurradas al oído del viento. Todo se ha desvanecido, dejando solo el eco de la memoria.
Ahora, frente al mar, construyo recuerdos con la meticulosidad de un artesano. Recuerdos que sé, algún día, serán la única compañía en noches de insomnio y días de añoranza. "¿Será que vivimos para recordar?" me pregunto, mientras el último rayo de luz se sumerge en el océano.
El mar me responde con su eterno vaivén, un ciclo sin fin de encuentros y despedidas. Y en ese instante, comprendo que la belleza de la vida reside en su transitoriedad. Cada ola que se retira me roba un suspiro, cada estrella que titila en el firmamento me ofrece consuelo.
Así, entre la sal del mar y el abrazo de la noche, encuentro una paz agridulce. Porque aunque el futuro traerá melancolía y desesperanza, también estará lleno de la belleza poética de los recuerdos que, en este momento, frente al mar, me prometo atesorar para siempre.
«Es curioso, pero vivir en construir futuros recuerdos; ahora mismo, aquí frente al mar, sé que estoy preparando recuerdos minuciosos, que alguna vez me traerán la melancolía y la desesperanza» (Ernesto Sabato, nacido el 24 de junio de 1911 y que por un mes y 24 días no llegó a centenario, construyó muchos futuros que trajeron melancolía al recordarlos)
Hoy hace 89 años que cogió un avión y ya no volvió... ni con el alma marchita...
Retorn
El vaixell s'apropava a la costa, tallant les onades amb una elegància melancòlica. El cor de l'home bategava amb una mescla d'emoció i aprehensió. Havia tornat, després de tants anys, a la terra que l'havia vist néixer. Però tot havia canviat. Els carrers que recordava plens de vida ara eren silenciosos i buits. Les cases, antigues i deteriorades, semblaven reflectir la seva pròpia soledat.
Va caminar pels carrers sense rumb, buscant un record familiar, un raig de llum en la foscor del passat. Però només va trobar ombres i fantasmes. De sobte, va sentir una melodia familiar que emanava d'un cafè proper. Era "Volver", la cançó de Carlos Gardel.
Les llàgrimes van brollar dels seus ulls mentre la melodia el transportava a un temps passat, a un moment en què la vida era plena d'esperança i il·lusió. En aquell moment, va saber que mai més podria escapar del seu passat. Catalunya sempre seria el seu hogar, tant si era un lloc físic com un record en el seu cor.
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