miércoles, 7 de agosto de 2024

 EL ZOO CAUTIVO


Era una mañana normal en Barcelona, con el sol saliendo sobre la ciudad y los barceloneses comenzando su día con café con leche y charla sobre el Barça. Pero el zoo de Barcelona estaba lejos de ser normal ese día. Los Mossos d’Esquadra, la Guardia Civil y hasta los bomberos rodeaban el recinto como si esperaran una invasión extraterrestre. No era para evitar que los animales se escaparan, sino para que los leones no entraran.

—¡Esto es una locura! —gritó Pepe, el guardia del zoo, viendo un helicóptero de la Guardia Civil sobrevolando la jaula de los pingüinos.

—Nunca pensé que vería algo así —respondió su compañero, Jordi.

El problema había comenzado la noche anterior cuando un grupo de leones, aparentemente sin dueño y con ganas de turismo, decidió que el zoo de Barcelona era el lugar ideal para unas vacaciones. Nadie sabía de dónde venían esos leones, pero lo cierto es que estaban allí, merodeando por las calles de Barcelona.

Los agentes tomaron el control del zoo para evitar que los leones se metieran a compartir territorio con los residentes peludos y emplumados. En medio de la operación, nadie prestó atención a las hienas. Mientras todos los ojos estaban puestos en los leones, las hienas decidieron que era el momento perfecto para expandir su territorio.

Las primeras en darse cuenta fueron las monjas del convento contiguo al zoo. Sor Pilar estaba regando las plantas cuando vio a una hiena merodeando por el jardín.

—¡Ay, madre del amor hermoso! —exclamó, corriendo hacia adentro y cerrando la puerta con un estruendo.

Las hienas, siempre astutas, vieron su oportunidad. Mientras los agentes discutían cómo atrapar a los leones, las hienas se colaron por una abertura en la cerca del zoo y empezaron a explorar su nuevo dominio. En cuestión de horas, habían tomado el control de varios edificios adyacentes, desde el concesionario de coches hasta la panadería de la esquina.

—¿Te has dado cuenta de que nos estamos quedando sin croissants? —dijo Manolo, el panadero, a su esposa.

—Sí, y también he notado más risas de lo normal en la calle. Pero no risas normales, sino esas que dan miedo —respondió ella.

Las hienas se convirtieron en una sensación en las redes sociales. Los barceloneses compartían vídeos de hienas paseando por La Rambla y riéndose a carcajadas frente a la Sagrada Familia. Había memes, parodias y hasta un hashtag: #HienasEnBCN.

El alcalde, desesperado por recuperar el control, convocó una reunión de emergencia.

—Esto no puede seguir así —dijo, golpeando la mesa—. Necesitamos una estrategia para sacar a las hienas de los edificios.

—¿Y los leones? —preguntó uno de los consejeros.

—¡Que esperen su turno! —respondió el alcalde, visiblemente alterado.

Decidieron usar una táctica ingeniosa: atraer a las hienas de vuelta al zoo con un buffet libre de carne. Montaron un banquete en el centro del recinto, con todo tipo de delicias carnívoras, y en menos de una hora, las hienas comenzaron a regresar, atraídas por el olor.

Los leones fueron capturados uno por uno con tranquilizantes y devueltos a un santuario lejos de la ciudad. Con el zoo bajo control y los animales de vuelta en sus lugares, Barcelona pudo respirar aliviada.

«La vida es demasiado corta para hacer las cosas que no amas hacer» (Esto lo dijo Bruce Dickinson, nacido el 7 de agosto de 1958 para ser cantante, compositor, músico, productor musical, esgrimista, empresario, escritor, historiador, locutor, presentador, guionista, catedrático universitario,  piloto de aviación británico y unas cuantas cosas más. Se ve que este chico es muy enamoradizo)

Y hoy sin venir a cuento -o si- este famoso rock de un no menos famoso de contornos imposibles bailando en la cárcel.


 

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