HOY ES EL 7533 ANIVERSARIO DE LA CREACIÓN DEL MUNDO
Era un día soleado en Bizancio, uno de esos días en los que el aire se sentía tan inmóvil como una estatua imperial, y la única brisa que parecía moverse era la de los murmullos en las calles. Fue en un día como ese, según cuenta la leyenda, cuando un grupo de sabios, con más barbas que dientes, decidió que el mundo había comenzado a girar el 1 de septiembre del año 5509 antes de Cristo. Una fecha tan exacta que solo podía haberse escogido con el método más riguroso: una partida de dados cósmicos.
Mientras los ciudadanos de Bizancio se afanaban en sus quehaceres —discutiendo sobre la mejor manera de freír un pez o cuál estatua de emperador miraba mejor desde la izquierda—, los sabios estaban encerrados en un salón decorado con tapices tan gruesos que ahogarían un grito de desesperación. “5509 antes de Cristo”, pronunció el más viejo, su voz temblando con la convicción de quien no recuerda lo que comió ayer. “El 1 de septiembre, para ser exactos”. Hubo un silencio. No de asombro, sino de esos silencios incómodos que solo surgen cuando nadie sabe cómo responder sin parecer tonto.
“¿Por qué no el 2 de septiembre?”, se atrevió a preguntar un joven aprendiz, que evidentemente no había aprendido a callar en presencia de la sabiduría venerable. El anciano lo miró como si le hubiera pedido que bailara desnudo frente a la corte. “Porque, joven, el 2 de septiembre es el día que reservamos para descansar de nuestras creaciones. Hasta Dios necesitó un día de descanso. Nosotros, naturalmente, necesitamos dos”.
Y así quedó sellado el destino del cosmos en una fecha que podría haber sido un martes cualquiera, pero que por algún capricho fue elevada al pedestal de la historia universal. Desde entonces, cada 1 de septiembre, los ciudadanos de Bizancio celebraban la creación del mundo con un desfile de antorchas, como si esa luz tenue pudiera imitar el resplandor de la primera aurora que nunca vieron.
Los años pasaron, y la fecha se mantuvo. No porque alguien la creyera, claro está, sino porque era más fácil recordar una fecha concreta que admitir que nadie tenía la más remota idea de cuándo había comenzado todo este embrollo llamado existencia. Al fin y al cabo, cuando el río del tiempo corre tan rápido que arrastra consigo el sentido común, lo mejor que se puede hacer es agarrarse a una roca, incluso si esa roca es un calendario fabricado con la misma seriedad con la que un gato juega con una bola de lana.
Y así, cada vez que alguien levantaba la copa para brindar por el 1 de septiembre del año 5509 antes de Cristo, lo hacía con una sonrisa en los labios y un guiño en los ojos. Porque en el fondo, todos sabían que la creación del mundo podría haberse dado en cualquier fecha. Pero si algo hemos aprendido es que no hay nada más humano que tomar lo incierto, envolverlo en papel dorado, y llamarlo verdad.
Después de todo, cuando el mundo se creó en ese día específico, ¿quién iba a estar ahí para discutirlo?
«La historia es un vasto temprano de mentiras, pero si se mira con atención, se puede encontrar la verdad» (Eleanor Hibbert, nacida el 1 de setiembre de 1906 para agotar todos los seudónimos del mundo: Eleanor Burford, Elbur Ford, Kathleen Kellow y Ellalice Tate y Jean Plaidy con el cuál escribió la frase de hoy)
Y que cumplas muchos más de los 80 de hoy y, sobre todo, cuídate los sábados por la noche que te sube la fiebre.
Encara estic aquí
El so constant del monitor marcava el ritme del cor. Al costat del llit, un respirador lluitava per mantenir l’alè en aquell cos feble. Però ell no volia marxar, no encara. Lluitava, amb cada fibra de la seva ànima, per no caure en la foscor. Els records del passat, les nits de ball, la música que vibrava dins seu, li donaven forces. En aquell instant, amb un esforç final, obrí els ulls. El món tornà a ser lluminós. Va somriure, perquè sabia que, contra tot pronòstic, encara estava aquí. "Stayin' alive", va pensar, "encara estic aquí".
No hay comentarios:
Publicar un comentario