viernes, 30 de mayo de 2025

CENIZAS DEL MISMO FUEGO


En Gaza no amanece: simplemente deja de ser noche.

El polvo, las piedras rotas y los cuerpos sin edad sustituyen al canto del gallo. No hay más calendario que el de las ausencias, ni más geografía que la línea del disparo.

A veces me siento como un espejo enterrado entre ruinas.

Veo pasar hombres sin mirada, niños con las costillas talladas a fuego lento, madres que ya no rezan porque Dios dejó de contestarles en 1948. Aquí, los muertos no yacen: esperan.

Vi a una mujer escarbar con las uñas una colina de cascotes donde antes hubo una escuela.

—Tal vez esté viva —murmuró sin convicción.

No supe si hablaba de su hija o de ella misma.

En esta tierra de promesas quebradas, incluso las palabras se suicidan. “Democracia”, “defensa”, “seguridad”, “legítima”… suenan tan huecas como el cráneo de un casco sin dueño.

Y sin embargo, cada vocablo tiene un eco: el del otro genocidio, el anterior, el imborrable.

¿Puede el fuego olvidar que una vez fue ceniza?

Dicen que el pueblo que fue polvo bajo las botas del odio juró no repetir la historia. Pero el polvo es una forma de eternidad, y a veces la memoria, si no se ventila, se pudre.

Los muros se alzan siempre para encerrar al miedo, nunca para proteger la dignidad. Y Gaza es un muro que se derrumba hacia adentro.

Hoy, mientras los drones zumbaban como mosquitos de acero, un anciano me preguntó:

—¿Dónde están los hombres justos?

No supe si hablaba del Talmud o del Corán. Pero bajé la cabeza, como si hubiera entendido.

Aquí el mar no es horizonte. Es frontera.

El cielo no es promesa. Es amenaza.

Y el suelo, ese que en otros lugares se pisa, aquí se implora.

Yo no tengo nombre. O quizá tengo muchos.

Fui David y soy Goliat.

Fui niño de gueto y ahora soy niño de escombro.

Fui símbolo y ahora soy silencio.

No lloro por un lado ni por el otro.

Lloro porque el odio tiene buena memoria, pero ningún espejo.

Lloro porque las víctimas de ayer usan uniforme.

Y los niños de hoy no sabrán nunca quién disparó primero.

Un día, quizás, alguien preguntará qué fue Gaza.

Y no sabrán responder si fue campo de exterminio o campo de batalla. 

Solo quedará un eco: el de una humanidad que supo cómo doler… pero no cómo recordar sin matar.

«La pasión por la destrucción es también una pasión creadora.» (Mijaíl Bakunin, nacido el 30 de mayo de 1814. No hay que malinterpretar la frase del llamado “teórico del anarquismo”. Lo que quiso decir es que hay que destruir para construir de nuevo mas y mejor. Por ejemplo: para que crezca el pelo fuerte y sano hay que cortarlo cada mes y medio o cada mes)

Hoy hubiese cumplido 67 años pero sólo llegó a los 61... y ahora no sabemos con quién lavar los platos.


Rentar els plats amb tu

Ara que no hi ets, l’aigua cau sense música.
El sabó fa escuma però no conversa.
El teu got, el de sempre, encara al tercer prestatge.
La finestra continua oberta, però només entra aire.

Espio el carrer com si fos una pel·lícula muda.
Faig veure que estic bé, que he après a posar rentadores,
a no creure en els missatges a deshora,
a no esperar que soni el telèfon quan cau la tarda.

Però em passo el temps pensant en com passava el temps
quan encara em rentaves l’esquena sense demanar permís.

 

 

 

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