PROHIBIDO FECUNDAR SIN PERMISO
Cuando nacieron, fueron noticia. No por sus ojos idénticos o por decir “mamá” a los cinco meses, sino porque sus células jamás fueron cortejadas por un espermatozoide. “Los gemelos sin pecado”, los llamaron.
Veinticinco años después, ocupan los rankings de inteligencia global, han eliminado los emoticonos del lenguaje digital y declaran que el sexo es un mecanismo arcaico de reproducción basado en la aleatoriedad y el sudor. Nadie ha osado rebatirles: quienes lo hicieron acabaron eclipsados por su razonamiento perfecto y su cutis sin poros.
Los humanos tradicionales, herederos del gemido torpe y la seducción en bucle, han sido relegados a una categoría nueva: "reproductores espontáneos".
Yo, que aún me entusiasmo cuando alguien me roza el codo en el metro, he decidido lanzar una proclama urgente: por favor, follad. Follad con entusiasmo, con torpeza, con cariño incluso. Porque si el modelo sin esperma cunde… pronto necesitaremos permiso y algoritmo para tocarnos.
Y lo más terrible: quizás ya lo tengamos sin saberlo.
«No es que no crean en nada, es que están dispuestos a creer en cualquier cosa» (G. K. Chesterton, nacido el 29 de mayo de 1874 para dejarnos frases memorables como la que ilustra su onomástica. Aunque es de hace más de 125 años no deja de estar vigente; sino véase a los que adoran a Marchena)
Y que cumplas muchos más de los 76 de hoy aunque con esa marcha no se yo si aguantarás... ¡Claro que si! Lo digo de pura envidia.
El riff que em va salvar
Vaig fugir de casa amb una guitarra i una motxilla plena de promeses trencades. Al primer poble, un bar amb llums vermelles i una banda que tocava "Whatever You Want" en directe. El riff em va travessar com un llamp: soroll, llibertat, suor. Vaig pujar a l’escenari sense ser convidat. No vaig baixar mai més.
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