COPAS VACÍAS, PROMESAS LLENAS

Las copas están alineadas sobre la encimera como soldados esperando orden.
Ella pasa el paño con delicadeza obsesiva, repasando cada curva de cristal como si fuesen las vértebras de una espalda amada. El paño cruje, el vapor empaña el reflejo.
Las compró hace un mes, convencida de que la cita sucedería. Había buscado las copas perfectas: delgadas, elegantes, lo suficientemente frágiles para que parecieran un suspiro sostenido.
El vino duerme todavía en la botella, esperando ser liberado como un beso largamente guardado.
Mientras limpia, ella recuerda los mensajes. El "pronto nos vemos", el "ya te diré cuándo", el "no sabes las ganas que tengo". Frases que ahora suenan como ecos lejanos en un túnel.
A veces se detiene, mira el brillo que va quedando en el cristal y sonríe con una ternura triste. Porque en el fondo, el brillo es una pequeña rebelión contra la derrota. Una forma de decirle al mundo —y a sí misma— que todavía espera, aunque sea en silencio.
Cuando termina, las copas están impecables. Las coloca en el armario, una al lado de la otra, como dos cuerpos que jamás llegaron a encontrarse.
Apaga la luz de la cocina. Se queda un segundo en la penumbra, acariciando el borde de una copa. El cristal brilla, casi desafiante.
Quizá mañana, se dice. Pero sabe que el mañana es solo otro sinónimo elegante para nunca.
«A menudo encontramos nuestro destino por los caminos que tomamos para evitarlo.» (Jean de La Fontaine, nacido el 8 de julio de 1621 para no evitar el camino a su destino que fue el de fabulista; otros actúan para evitar el premio nobel de la paz y sin embargo son nominados para recibirlo. Y tiene mérito que lo proponga un genocida)
Y que cumplas muchos más de los 75 de hoy ... y continuamos sin entenderte.
No m’entenguis, si us plau
Vaig marxar sense tancar la porta. Deixava l’eco dels teus “per què?” ballant com mosques borinotes dins el meu cap.
No vaig dir adéu perquè els adéus són trampes de sucre. Em vas mirar amb ulls d’àncora, però jo només volia naufragar.
Avui em veus pel carrer, rient amb estranys. Penses que he oblidat? No. Em disfresso de rialla per no ofegar-me.
Si algun dia em trobes, no em demanis explicacions. Només sóc un crit mal escrit en un diari vell.
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