domingo, 24 de agosto de 2025

ESTRELLAS ®

 

Desde hace tiempo sospecho que las estrellas no nacen lejos, sino de lo que encendemos aquí abajo. Cada vez que dos personas se rozan —en la penumbra azul de una pantalla o en la calle que huele a lluvia y gasolina— se fabrica un astro minúsculo. Su forma depende del material de nuestros gestos: un mensaje a deshoras, una risa compartida, un silencio que abriga. Les damos temperatura con el deseo, gravedad con el cuidado, órbita con las promesas que cumplimos (y con las que no).

La Red se llama así porque atrapa, sí, pero también porque a veces sostiene. En esa noche artificial nacen luces que no siempre sobreviven al amanecer del cuerpo. En la otra noche, la del aire frío y el cielo real, también aparecen. Las miro y reconozco mi cartografía: hay soles que no se apagan —personas que, pase lo que pase, siguen calentando—; hay brasas que se hacen pequeñas hasta que mis ojos, cansados, ya no las distinguen; y están las fugaces: hermosas, veloces, imposibles de retener, que dejan una raya en el pecho y un vacío limpio detrás.

Me gusta quedarme bajo el manto cuando agosto aclara la vista. Las Perseidas hacen inventario por mí. Veo quién permanece en su órbita, quién se aleja con educación, quién regresa sin avisar y quién solo fue un destello que necesitaba mi noche para existir. En cada trazo recuerdo que la materia de la que estamos hechos no es solo polvo, también es entusiasmo, miedo, ternura, ganas.

A veces intento nombrarlas una a una y me sale una letanía torpe. Entonces callo. Escucho el rumor del barrio, el latido pequeño de mi propio cuerpo, y acepto este trato modesto con el cosmos: yo cuido lo que enciendo; ellas me recuerdan que brillar no es durar, es arder lo justo para no congelarnos. Si cae una, pido el mismo deseo de siempre: que no se me olvide mirar arriba —y, cuando toque, dejar ir.

«La izquierda es una sala de espera del fascismo» (Esta frase la dijo Léo Ferré más allá del 24 de agosto de 1916 entre canción y poema. La frase en cuestión –la verdad que estuve tentado de poner otra de él- resume lo que fue su vida: pura anarquía)

Un 24 de agosto la como hoy, pero de 1974, nacía la señora que canta en el vídeo con mucho arte una canción que se cantaba algunos años antes que ella naciese y que es la que escucharéis, si os apetece, bajo el microrrelato del día.

Claredat trencada

Quan obro la finestra, el matí s’esberla com una magrana: llavors de llum sobre el terra. La gata olora el fred i em mira com si hagués inventat l’alba. Jo encara tinc sal als llavis d’un somni que no recordo. Els carrers, rentats de silenci, respiren pa recent i tarongina. Poso els peus al món amb cura, com qui estrena pell. I penso: avui tot torna a començar sense permís, sense excuses. Si em perdo, que em trobi la primera claror darrere l’orella.

Y aquí la versión que yo bailaba pegadito, pegadito... 


 


 

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