EL SUEÑO QUE SIGUIÓ SIN ÉL

Cada noche era lo mismo: el tirón leve en el estómago, el suelo que se alejaba, el mundo haciéndose pequeño como una maqueta barata. Volaba.
El viento le lamía la cara, el sol le calentaba la nuca, las montañas parecían plegadas con paciencia sobre un mantel azul. A esa altura nadie le pedía nada. Ni favores, ni explicaciones, ni sonrisas.
Despertaba siempre en el mismo punto: justo antes de la tormenta que nunca llegaba.
Un día decidió que ya estaba bien de dormirse para vivir. Se compró un parapente a plazos, hizo un cursillo exprés, firmó un par de renuncias de responsabilidad que no leyó y subió a la colina con el corazón en huelga de calma.
El monitor gritó algo sobre nubes y previsión del tiempo. Él solo oyó la palabra mágica: vuela.
Corrió, saltó, sintió el tirón en el arnés y el suelo empequeñecer.
“Ahora sí”, pensó. Y entonces el cielo se iluminó en blanco.
No oyó el trueno.
No sintió el impacto.
No notó el golpe seco contra la tierra.
Desde entonces, cada noche, sigue soñando que por fin un día se atreve a hacerlo realidad. Y vuela. Sin saber que, esta vez, el sueño fue el que no despertó.
«Puedes ganar más amigos en dos meses interesándote de verdad por los demás que en dos años intentando que los demás se interesen por ti.» (Dale Carnegie, autor de la frase nacido el 24 de noviembre de 1888 no sé si tuvo much@s amig@s, pero lo que si sé es que ganó muchos dólares con sus cursos de autoayuda cuando nadie hacía)
Parece mentira cómo pasa el tiempo: hoy hace 24 años que la cantante "ya no está entre nosotr@s". Para l@s que no os hace mucha gracia volar (como a mí), un accidente de aviación fue el culpable de que su vida se acortase hasta los 33 años.
A la pista, els focus feien veure que tots érem millors del que som. Ell li va xiuxiuejar a l’orella el mateix que la cançó repetia des de feia hores: “vols ser el meu amant o només el meu ball?”. Ella va riure, enganxant-li el front amb el seu. Sabia que l’endemà ni recordaria el seu nom, però sí el batec sord del bass al pit, les mans suades buscant-se a cegues, l’instant exacte en què va decidir que aquella nit ballaria per ella, i no per cap promesa pronunciada a crits.
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