OLVIDAR A MEDIAS

Cada mañana, Ernesto se mira al espejo y no se reconoce del todo. Se rasca la barbilla, explora las arrugas como si fueran calles mal señalizadas y piensa:
«Este de aquí se parece a mi padre… o a mí dentro de unos años. No lo tengo claro».
Ha empezado a perder nombres como quien pierde monedas en el sofá: sin drama, con un punto de alivio. No recuerda el de aquel compañero que le traicionó, ni el de la vecina que le hizo la vida imposible en la comunidad. Sabe que existieron, porque le quedan cicatrices difusas, pero no consigue atar cara con puñalada.
—Debe de ser esto el Nirvana cutre de los mayores —murmura mientras prepara el desayuno—: no ilumina, pero al menos apaga.
Lo que sí recuerda es que hoy tiene cita con alguien importante. No sabe quién, no sabe dónde. Solo siente una especie de cosquilleo en el pecho, como cuando esperaba a su primer amor bajo la lluvia. Sale a la calle con esa expectativa absurda de que algo bueno va a ocurrirle.
Camina lento, sin rumbo, libre de pasado y sin agenda. Y mientras se pierde por el barrio que ya no reconoce, piensa con una serenidad casi obscena:
«No sé de dónde vengo ni adónde voy, pero mira qué curioso… hoy tengo todo el día por estrenar».
«Lo que más me sorprende en los otros es la autenticidad. Cada persona es un mundo; incluso quienes parecen tener menos relieve siguen siendo un misterio al que nunca daremos la vuelta.» (Lo dijo Eduardo Lourenço, entre el 23 de mayo de 1923 y el 1 de diciembre de 2020 y, si, cada persona es un mundo muchas veces, lejano)
Hubiese cumplido hoy 95 años pero hace algo más de 40 que "pasó" a la habitación de al lado.
El metge li va dir que tot passaria. El dolor, la por, fins i tot aquella mania de mirar el mòbil buscant missatges teus.
Ella va sortir del consultori, es va comprar un gelat ridículament car i es va asseure al banc més sol del parc.
Va posar-se els auriculars: sonava «Todo pasará». Va riure. Sabia que també passaria la cançó, el gelat i el banc.
El que no passava mai eres tu, enganxat com una taca a la seva memòria.
Que dulce relato! Gracias
ResponderEliminarGracias a ti por comentar...
EliminarLa habitación de al lado, buena película!
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