Desde que el hombre fue creado, para algunos, o desde mucho antes de evolucionar desde el mono, para los que más, el hombre, entendiendo como tal machos y hembras, ha sido polígamo. Y no es que lo diga yo, es que coinciden en afirmarlo la mayoría de los antropólogos.
Si la poligamia es una verdad incuestionable, ¿por qué nos imponemos fidelidad? ¿por qué, sabiendo la condición humana, nos atormentamos siendo celosos?
Mientras el hombre no relacionaba el acto sexual con reproducción, vivía la mar de feliz y tranquilo. Durante miles de años la reproducción era algo que venía de la influencia divina; de ahí el poder de las diosas de la fertilidad que se extendieron por todas las culturas y que incluso ha perdurado hasta nuestros días. De ahí que, cuando un varón o hembra queda satisfecho o satisfecha de la coyunda, mente a la divinidad de quién ha compartido con él/ella (“es que folla como los ángeles”, se oye)
Aún después de asociar causa y efecto, durante la eras en las que el hombre fue nómada, las mujeres criaban juntos a todos los hijos de la tribu y los hombre se despreocupaban de sus vástagos y la pareja monógama no existía como tal.
Es cuando algunos clanes empiezan a hacerse sedentarios, nace el concepto de propiedad y aparece el problema. A saber: inicialmente las tierras y las moradas pertenecían al grupo, pero poco a poco, los más fuertes se van apropiando de las mejores tierras e imponen la propiedad privada. A partir de ese momento el hombre toma conciencia de que ha de legar sus pertenencias y quiere asegurarse de que los herederos son realmente sus hijos y no los de “su mejor amigo”. Entonces se establecen parejas estables y la mujer es obligada a permanecer virgen hasta el matrimonio y a guardar fidelidad durante toda la vida, en un intento por parte del macho de asegurar la pureza de su prole.
Pero por otra parte la mujer también exige a su pareja igualdad y no está dispuesta a tener que repartir el patrimonio de sus hijos con otros vástagos de su pareja. Ahí entran en juego intentando ganar la partida las religiones. Estas consagran la fidelidad como una virtud y condenan el adulterio hasta con pena de muerte… sobre todo cuando la mujer es la pecadora. Así el círculo se ha cerrado.
En aquellas épocas (y me atrevo a decir que en muchos de ésta) la mayoría de los matrimonios se producían por intereses económicos o territoriales y nos olvidamos de la esencia de la unión entre las personas, el amor que quedaba relegado a un segundo plano. Pero claro, la naturaleza humana se impone y hay que poner remedio a eso. Y se pone. Dentro de una discreción más o menos tolerada, los nobles y terratenientes tenían amantes y concubinas mientras que las mujeres debían actuar con mucha más discreción si no querían ser repudiadas o ejecutadas. La infidelidad masculina se toleraba mientras que la femenina era severamente castigada.
Con el romanticismo llega la exaltación del amor, el desarrollo económico y la emigración a las ciudades empieza a desligar el matrimonio de los intereses familiares: cada vez más parejas se casaban por amor. La independencia económica de la mujer le permite la libre elección de la pareja a la cual exige igualdad de derechos y obligaciones, entre ellos la mutua fidelidad.
En una época en que los anticonceptivos hacen muy improbable embarazos indeseados ¿Qué sentido tiene seguir manteniendo la fidelidad a capa y espada? ¿Por qué seguimos siendo pasto de los celos a pesar de todos los avances sociales?
El concepto de la fidelidad ha arraigado en nuestra consciencia, en nuestros genes a través de milenios y ahora es casi un instinto. El sentido de posesión que acarrea el amor romántico tiende a acaparar al amante exigiéndole dedicación exclusiva. La inseguridad, la falta de autoestima y los miedos hacen que muchas personas sufran lo indecible por esa enfermedad que llamamos celos. Algunas jóvenes parejas (y no tan jóvenes) que han intentado liberarse del yugo relajando los lazos han acabado rotas o transformadas en puras unidades de coexistencia. Ignoro si la humanidad derivará hacia un nuevo concepto de pareja, pero el camino parece que será arduo y tortuoso.
Un buen repaso por la historia desde que el mundo es mundo o el animal humano.
ResponderEliminarPara que veas que nada ha cambiado tanto como parece te/os propongo un pequeño "juego"
Se trata de analizar la siguiente frase y colocar la coma allí donde mejor creáis. Los resultados en unos días ;)
'Si el hombre supiera realmente el valor que tiene la mujer andaría a cuatro patas en su búsqueda'.
jajajajajajajaja una frase buenisima Abril !!!!
ResponderEliminarSi ponemos la coma así: "Si el hombre supiera realmente el valor que tiene la mujer, andaría a cuatro patas en su búsqueda"
pero.....
Si la coma va en: "Si el hombre supiera realmente el valor que tiene, la mujer andaría a cuatro patas en su búsqueda"
todo depende de quien la diga jajajajajajaja
Ahí las dejo a mi ya no se me ocurre donde más poner la coma :)
P.S Repasar la história siempre demostrará (en todos los aspectos) que no queda mucho por inventar
Un beso y buen finde
Desde mi punto de vista, la infidelidad puede, o no, derivar en celos en el otro, independientemente de si éste conoce el hecho en sí, la infidelidad. Los celos pueden ser o no producto de la infidelidad, ¿cuántas veces no se ha sufrido por unos celos injustificados? Por tanto, poco o nada tiene que ver la infidelidad con los celos, aunque a veces, sí.
ResponderEliminarCreo que habría que investigar más a fondo a qué son debidos los celos, el porqué de la infidelidad y sus consecuencias.
Por favor, envío este comentario sin acritud y con la sola intención de poner sobre la mesa otro punto de vista relacionado con el tema, interesantísimo tema por cierto.
¡Feliz tarde!
Y eso que "solo" hablamos de comas, Abril , que como nos pongamos a hablar de tildes las confusiones pueden llegar a ser máximas... Pero eso será expuesto otro día, ahora, lo que toca y, por lo que leo y veo, estás de acuerdo con el planteamiento y te declaras polígama. No, no cometeré la tropelía de preguntarte si eres una polígama "simultánea" o "alternativa" :)
ResponderEliminarP.S. Me voy a navegar que hace un día estupendo...
Llamarle "invento", Pentagrama a eso de la poligamia o su homónimo en femenino ("androgamia") es aceptar que se trata algo artificial y nada más natural que la generosidad de hombre y mujer para repartir cuerpo y espíritu con sus congéneres ;) Si queremos denominarlo de alguna manera podríamos denominarlo "remedio". Si, si, remedio para algo que nos viene impuesto por naturaleza y que se ha transmitido de padres-madres a hijos-hijas, sin comas ni tildes añadidos.
ResponderEliminarP.S. La frase, mejor sin comas... y ya explicaré porqué :)
Interesante punto de vista el que planteas, Mtu . Por supuesto que la infidelidad nada tiene que ver con los celos. Estos existen por si mismos sin necesidad de infidelidad. Ahora si esta es conocida y/o tolerada por la pareja podrían darse o, depende de la mentalidad de la pareja, no darse. Sugiero que no perdamos el tiempo y ahorremos sufrimiento aceptando de "saque" que todos y todas somos polígamos y por tanto susceptibles de ser infieles (ojo, no confundir con lealtad) y aprendamos a vivir con ello es decir, conforme a como somos... Ah! Y ahora me encantaría que alguien (nadie lo ha hecho hasta el momento) me diga lo contrario a esta exposición y se declare monógamo/monógama. No sabes cómo espero su argumentación.
ResponderEliminarP.S. Encantado y feliz que expongas tus puntos de vista. Este es un lugar libre.
Centrémonos en la fidelidad, que creo que es el tema. Y más concretamente, en la fidelidad de facto; es decir, excluyo la infidelidad de pensamiento, jejejeje (quien esté libre de pecado...)
ResponderEliminarQuiero señalar dos aspectos:
1.- La infidelidad puntual, que puede justificarse plenamente: un calentón, un "aqui te pillo aqui te mato" por las circunstancias que rodean el momento, un subidón de alcohol... llegas a no ser dueño de tus actos (entre comillas; si no eres tú el que decide qué hacer cada momento, menuda la llevamos. Pero no puedo negar que, por desgracia, es lo que más prima últimamente)
2.- La infidelidad continua. A su vez, puedo distinguir dos situaciones: con distinta persona -y esto ya me parece una desviación enfermiza si se prolonga en el tiempo; o con la misma-s persona-s. Si soy sincera y me pongo en situación, qué quieres que te diga, no soportaría ser la "cornuda" en esta película: mientras que un alguien se lleva el "pastel", yo cuido el "nidito" amorosamente... ¡vamos, hombre, esto no hay quién lo resista!.
Asi es que, lo mejor de lo mejor, cada mochuelo en su olivo y, en caso de incendio, rompase el cristal. Así, nadie engaña a nadie y todos sabemos dónde estamos.
Centrémonos Mtu y matizo la división tan fiel que has hecho de la infidelidad. Voy a la premisa previa: para mi una cosa es la fidelidad y otra la lealtad. Asi que uno/una puede ser fiel/leal; infiel/leal e infiel/desleal y me explico. Fidelidad es mantenerte digamos "pur@" en cuerpo y alma a tu pareja (raro, rarísimo). Lealtad es mantenerte fiel al compromiso/compromisos adquiridos con tu pareja, como por ejemplo el cumplimiento de las bases fundamentales del contrato matrimonial o de pareja. Entiendo que un porcentaje elevado/elevadísimo nos encontramos en el binomio infidelidad/lealtad y eso ayuda a preservar la pareja digamos "básica" ¿Por qué? Porque no nos podemos resistir a la comparación entre personas... pero ese es otro tema ;)
ResponderEliminarLo dicho anteriormente me lleva a concluir, al hilo de lo que apuntas en tu segundo punto, que la mayoría de la población estamos enfermos. Nuestra infidelidad es continua... y si no lo creías así, lo lamento. Pero hay solución para ello y no te sientas como "la que cocina y sean otras la que se lo coman". Te sugiero que apliques la "infidelidad preventiva" (supongo que no hace falta que te explique en qué consiste) Seguro que te ayudará a espantar los fantasmas de tu "nido"...
Todo depende de los gustos de cada cual: es muy "cómodo" tener un lugar al que ir cuando no se tiene "plan", esperando -o no- que alguien nos reciba con agrado. De ahí el compromiso, que no es más que una cierta "seguridad".
ResponderEliminarPuedo asegurarte que en mi "nido" no anida ningún fantasma... jajajjaja...
Y puedo asegurarte, además, que me ha encantado tu respuesta. Una frase que me ha llamado la atención más que ninguna, por su sinceridad "Porque no podemos resistir la comparación entre personas..." Chapó.
"No es bueno que el hombre esté solo" (supongo que la frase se puede hacer extensiva también a la mujer), esa es la base de la religión que nos enseñaron a la mayoría de los de mi generación es decir, la católica. Y añadían como fundamentos de ese precepto religioso el que con ello se evitaba la concupiscencia o el que acabásemos medio tontos o tísicos masturbándonos y, la fundamental, preservar la especie para que engendrásemos esclavos para los que mandan por los siglos de los siglos. Amén. En ningún momento nos hablaron de ese motor que todo lo mueve: el Amor ¿sería para que no dijeran que el evangelista era un cursi? Menos mal que los hombres, en su infinita sabiduría, inventaron a "Corín Tellado" :)
ResponderEliminarLo esperaba tres o cuatro comentarios más arriba... ¡por fin apareció! El Amor. Estoy emocioná.
ResponderEliminarNo he podido evitarlo Mtu , soy un romántico y ya debes saber (por experiencia personal, porque lo hayas leído o porque lo hayas visto en un reality) que los románticos siempre le damos vueltas a lo mismo sin llegar a entrar en el meollo de la cuestión... ¿A qué has derramado una lagrimita y todo? :)
ResponderEliminarInfidelidad.. ?qué es eso? celos... ¿qué es eso?
ResponderEliminarjojojo
Temita has elegido niño... si es que no me haces caso, escribe como yo sobre las amapolas y los gamusinos, ahora voy a preparar uno sobre el vuelo de la mosca...
Joio, que es que, ademas... lo haces muuuuuu bien.
Pues yo no lo se calmA por eso lo someto a tu docta consideración ;)
ResponderEliminarEse del vuelo de la mosca me lo conozco porque se hizo una "remake" de tu original... No era tan bueno como el tuyo y su título poco original: el vuelo rasante de la mosca ¿tu crees semejante tontería?
Oye, que me gusta ese gemido tuyo (de gemir vacuno con cariño)
Todo un Paparachi de la historia!!!
ResponderEliminar... y eso que en las cavernas aún no estaba inventada la cámara digital...
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