Hace unos escritos filosofaba sobre el peso de la mentira llegando a la conclusión, difusa eso sí, de que su peso debía ser igual al volumen de la verdad que desalojaba.
Hoy trataba de buscarle un precio con el mismo resultado. El coste es impreciso, indefinido, aunque podamos concretar las partidas que la componen. Una mentira precisa de un espacio donde ubicarla y eso obliga a tener memoria para saber dónde se puso. Se necesita construir el muro adecuado y suficiente que oculte la verdad que siempre hay detrás. La exigencia que ello conlleva es no mover la mentira de dónde se encuentra ya que cualquier cambio de lugar comportaría el riesgo de dejar al descubierto la verdad. El gasto de energía que se soporta es también elevado: entre búsquedas, construcciones y protecciones se emplea un esfuerzo considerable. Eso nos debilitará y la debilidad degradará nuestra autoestima. También hay que sumar a todo ello el tiempo que se emplea en cimentar, levantar y edificar la farsa, agregar los favores que deberemos a los que participan en el fingimiento: más tarde o más temprano los cómplices acaban pasando factura. Necesitaremos hacer una fuerte inversión en soledad que nos rentará separación y abandono. Pero si tendremos dos ganancias inmediatas: nuestra cobardía se incrementará y aumentará la angustia por saber que siempre tendremos que vivir una quimera.
Desde luego hay que ser millonario para poder mentir.
Demasiado gasto y desgaste!!!!
ResponderEliminar¡Gracias! Me has ayudado a comprender por qué soy tan sincera y es que, pobrecita de mí, ¡soy pobreee!, además de desmemoriada... Por cierto, ¿venía yo a leer algo por estos lares?? Jejejeje.
ResponderEliminarLa verdad siempre triunfa; pero, a veces, choca con la verdad del de enfrente... ya sabes, depende de dónde te pongas, así sale la foto...
Fotins-Ernesto-Jumia... ¿cuál es "el de verdá"?
uisss, yo es que llego de vacaciones...
ResponderEliminarVoy a leer desde atrás.
Besos
Pentagrama y además cuando nos descubren en el "renuncio" (¡como ha subido oel nivel lingüistico de esta antes humilde página!) el ridículo es monumental, grotesco... Un beso verdadero, como el cariño...¿cómo era la copla?
ResponderEliminarSi no hay un programa de esos que alteran la realidad, la instantánea siempre es una. Podrá gustarte más o menos, pero es única Mtu .
ResponderEliminarYa verás como me das las gracias cuando te pase mis honorarios por la ciencia que te estoy enseñando ;)
P.S. Alguna vez, en algún instante y lugar, todos son yo y yo soy todos... Esa frase (también) la he bordado :D
Pues nosotros calmA estamos aquí tan ricamente trabajando en lo que no nos gusta y disfrutando de las broncas de nuestros jefes. Particularmente creo que voy a decirle que renuncio a las vacaciones de por vida... y ni jubilación, ni nada... y como me siga tratando tan mal, hasta al sueldo voy a renunciar. Si es que cuanto más mayor más vicioso-masoquista...
ResponderEliminarEl peso de la mentira es siempre inversamente proporcional a la de la verdad. Siempre que la verdad pesa mucho, recurrimos a la mentira que es más ligera de llevar.
ResponderEliminarPrecisamente de su peso deduzco su precio. Para mi una verdad siempre vale más.
ResponderEliminarDiscrepo CHARO la mentira es igual, en peso y medida, a la verdad que desaloja. será más ligera de llevar cuanto menor sea la verdad que oculta. Por ejemplo, lo que llamamos mentiras piadosas que creemos que son poca cosa: como si la piedad no fuese un acto de soberbia.
ResponderEliminarQuizás el valor de algo, sea lo que cada uno esté dispuesto a pagar.
ResponderEliminarQuedaremos en que el valor de la mentira es oscilante como la bolsa.
... o a perder
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