Te casaste con ella y eres feliz. Cómo no ibas a serlo si es la mujer que siempre habías deseado. Por quién luchaste durante largos años haciéndola tuya con paciencia, con amor, con grandes dosis de comprensión. Es sabido que, aún no siendo una verdad inmutable, los hombres tendemos a querer lo que nos cuesta y a despreciar lo que nos es propicio.
Una herida como la que curaste necesita de todos esos remedios que tan acertadamente aplicaste. No era fácil detener esa hemorragia de sentimientos que desangraba a chorro las arterias de su alma y amenazaban con dejarla seca convirtiéndola en un espectro. Pero lo conseguiste. Lo conseguiste dándole puntadas de cariño, hilvanando el traje más hermoso con que puede vestirse una relación. La amas. La amas mucho y con locura. Ella, no lo dudes, te quiere. Y mucho. Lo se. Está convencida de tu lealtad y dedicación. Y no pongas en tela de juicio la suya. Te hizo una promesa y es una mujer que cumple sus promesas aunque le cueste una nueva herida. Pero en ti tiene al mejor de los galenos y sabe que, teniéndote a su lado, cauterizará rápido.
Ahora tú estás con Ella y Ella contigo en ese proyecto de vida en común. Pero desde hace algún tiempo, hay algo que te inquieta. Por eso te escribo tratando de llevarte un mensaje de tranquilidad. Tú, que conoces a la perfección a tu media naranja , sabes de su carácter complejo y difícil con zonas inexploradas, incluso por ella misma, en los lugares más profundos de su ser. No debes preocuparte porque algún suspiro de Ella no sea para ti cuando le haces el amor. No te alarmes si algún “te quiero” o alguna caricia no te corresponde. No guardes temor si alguna mirada no va dirigida a ti. No te inquietes. Ella está contigo y te quiere.
Y es que, el alma de la mujer que amas y que te quiere, hace algún tiempo que no descansa porque anhela estar con otro hombre. Debes comprender que es algo que está más allá de su control, amenazando el equilibrio que tú le proporcionas. Sabes que su corazón, su cuerpo y, sobre todo, su mente no serán del todo tuyos, por mucho que Ella te quiera, hasta que sepa a quién le está haciendo el amor en realidad, quién es el destinatario de sus palabras de amor, a quién pertenecen sus caricias, quién es el ocupante de ese pliegue incógnito de su espíritu.
Se que no te lo confesará pero no por la razón que es fácil imaginar, sino porque te quiere. Se que derramará, derrama, lágrimas que no llevan tu nombre, pero que son en tu nombre y que nunca verás en sus ojos. Ella, si tú no lo remedias, permanecerá así a tu lado, queriéndote por supuesto, haciéndote el amor, pero con la duda permanente de que, tal vez, ama a otro hombre. En ese estado pasaréis juntos los días, las semanas, los años, consumiéndote tú en un amor que no es plenamente correspondido y agotándose Ella por el deseo de otro hombre. Así hasta llegar al inexorable final de vuestra convivencia. Y vendrán entonces los reproches, aparecerá la amargura y surgirán las mil batallas estériles de una guerra en la que los dos seréis los perdedores. Perdón, los tres. La naranja se habrá podrido y, el medio limón, no podrá subsistir solo y perderá toda su sustancia.
Sabías que podría llegar ese final pero ni por asomo hoy imaginas que os pueda pasar a vosotros ¡! Con lo que la amas y lo que Ella te quiere ¡!. Es cierto, si el querer de la que es hoy tu mujer te causa desasosiego, no lo tengas. Te quiere. Te quiere mucho…
No quieres una historia de perdedores y, mucho menos, perderla a Ella. Por eso, cuándo un día no muy lejano, Ella vaya a cobijarse en los brazos de su, tal vez, amado, porque al igual que no debes dudar que te quiere tampoco dudes que irá por él, debes comprenderla y seguir amándola porque realmente va buscándote a ti. Y ten por seguro que si vuelve, verás en su cara si te ha encontrado.
Una herida como la que curaste necesita de todos esos remedios que tan acertadamente aplicaste. No era fácil detener esa hemorragia de sentimientos que desangraba a chorro las arterias de su alma y amenazaban con dejarla seca convirtiéndola en un espectro. Pero lo conseguiste. Lo conseguiste dándole puntadas de cariño, hilvanando el traje más hermoso con que puede vestirse una relación. La amas. La amas mucho y con locura. Ella, no lo dudes, te quiere. Y mucho. Lo se. Está convencida de tu lealtad y dedicación. Y no pongas en tela de juicio la suya. Te hizo una promesa y es una mujer que cumple sus promesas aunque le cueste una nueva herida. Pero en ti tiene al mejor de los galenos y sabe que, teniéndote a su lado, cauterizará rápido.
Ahora tú estás con Ella y Ella contigo en ese proyecto de vida en común. Pero desde hace algún tiempo, hay algo que te inquieta. Por eso te escribo tratando de llevarte un mensaje de tranquilidad. Tú, que conoces a la perfección a tu media naranja , sabes de su carácter complejo y difícil con zonas inexploradas, incluso por ella misma, en los lugares más profundos de su ser. No debes preocuparte porque algún suspiro de Ella no sea para ti cuando le haces el amor. No te alarmes si algún “te quiero” o alguna caricia no te corresponde. No guardes temor si alguna mirada no va dirigida a ti. No te inquietes. Ella está contigo y te quiere.
Y es que, el alma de la mujer que amas y que te quiere, hace algún tiempo que no descansa porque anhela estar con otro hombre. Debes comprender que es algo que está más allá de su control, amenazando el equilibrio que tú le proporcionas. Sabes que su corazón, su cuerpo y, sobre todo, su mente no serán del todo tuyos, por mucho que Ella te quiera, hasta que sepa a quién le está haciendo el amor en realidad, quién es el destinatario de sus palabras de amor, a quién pertenecen sus caricias, quién es el ocupante de ese pliegue incógnito de su espíritu.
Se que no te lo confesará pero no por la razón que es fácil imaginar, sino porque te quiere. Se que derramará, derrama, lágrimas que no llevan tu nombre, pero que son en tu nombre y que nunca verás en sus ojos. Ella, si tú no lo remedias, permanecerá así a tu lado, queriéndote por supuesto, haciéndote el amor, pero con la duda permanente de que, tal vez, ama a otro hombre. En ese estado pasaréis juntos los días, las semanas, los años, consumiéndote tú en un amor que no es plenamente correspondido y agotándose Ella por el deseo de otro hombre. Así hasta llegar al inexorable final de vuestra convivencia. Y vendrán entonces los reproches, aparecerá la amargura y surgirán las mil batallas estériles de una guerra en la que los dos seréis los perdedores. Perdón, los tres. La naranja se habrá podrido y, el medio limón, no podrá subsistir solo y perderá toda su sustancia.
Sabías que podría llegar ese final pero ni por asomo hoy imaginas que os pueda pasar a vosotros ¡! Con lo que la amas y lo que Ella te quiere ¡!. Es cierto, si el querer de la que es hoy tu mujer te causa desasosiego, no lo tengas. Te quiere. Te quiere mucho…
No quieres una historia de perdedores y, mucho menos, perderla a Ella. Por eso, cuándo un día no muy lejano, Ella vaya a cobijarse en los brazos de su, tal vez, amado, porque al igual que no debes dudar que te quiere tampoco dudes que irá por él, debes comprenderla y seguir amándola porque realmente va buscándote a ti. Y ten por seguro que si vuelve, verás en su cara si te ha encontrado.
El se supo ganar su querer, el de ella es mezcla de querer y agradecimiento y ahora el "amor" la hace tambalear...
ResponderEliminarMe gusta también la parte del limón
Petons cítrics
La contradicción humana es infinita, como infinita es la capacidad de querer y amar
ResponderEliminarTienes razón Pentagrama hay agradecimiento hacia él porque le ha regalado Amor. El problema se seguirá planteando cuando nos demos cuenta que los "regalos" no se deben agradecer nunca.
ResponderEliminarBesos también para ti.
Y es que CHARO somos seres infinitos ¡Caramba qué profundos estamos hoy! ;)
ResponderEliminarHistoria dura. Pero, creo, no es de perdedores, puesto que ya está todo perdido. Es más bien de ganadores, ganadores de autenticidad.
ResponderEliminarDe verdad que no me gustaría tener la sensación de que alguien está conmigo por "comodidad" o a saber por qué, pero no por que en el fondo de su ser lo desee. Estar aqui y pensar en otra cosa es vivir en una mentira -y ya tenemos bastantes.
Te pregunto Mtu ¿lo sabrás? ¿lo sabremos alguno de nosotros? Es más, el que lo sufre ¿es consciente de ello? Tengo dudas de que sea así y no viva su propio engaño sin quererlo.
ResponderEliminarNo sé qué decir, pero estoy aquí, siempre.
ResponderEliminarAbrazo
Eso espero/amos calmA Eso esperamos.
ResponderEliminarUn abrazo también para tí.