miércoles, 11 de enero de 2012

El buen marido


Érase que se era una vez un viejo comerciante de sedas que tenía una esposa joven y encantadora, la tercera. La primera mujer lo había hecho divinamente feliz durante doce años, una pura delicia. La segunda, durante dieciocho años, que tenía una hermana más joven que ella que la sustituía en la cama cada vez que tenía una molestia -por más pequeña que fuese- a fin de que su marido follase sin contratiempos.

Cuando esta excelente esposa pasó a mejor vida, el comerciante de sedas, ya jubilado, se casó con Eugenia, que era la bonita y encantadora hija postiza de un abogado y cuyo padre verdadero era un marqués. La belleza de esta tercera mujer no tenía rival en morbidez y gracia. Ni que decir tiene que su marido la adoraba, pero ya no era ningún joven y, aunque rico como era, la colmaba de cuanto ella pudiera desear, no conseguía llegar a la meta, por lo que Eugenia estaba más triste cada día.  Hasta que una noche aquél buen marido le dijo:

-      Eugenia, te amo, ya lo sabes, pero te veo triste y pienso en que se marchite la flor de tu juventud. Nada de lo que hago o te doy te alegra.  Háblame… ¿Es que deseas que algún tierno amigo te anime? Dime lo que deseas. Todo lo que esté en mis manos te será concedido.

-      ¿Todo? –dijo la joven.

-      Sí, todo, aunque sea… ¿Es que le falta algo a tu corazón, o a tu preciosa rajita?

-      Tú me llenas corazón, pero mis sentidos son muy fogosos y, aunque la depilación no sea la causa, mis partes tienen unos ardores… terribles.

-      ¿Te es indiferente quién te satisfaga o prefieres a alguien en concreto?

-      Sin amarlo, prefiero a alguien en concreto, un capricho… ¡Pero amar solo te amo a ti!

-      ¿Quién te excita pues veo que llevas la mano entre tus muslos?

-      Pues… ese vecino que suele mirarme… y del que ya me he quejado ¿recuerdas?

-      ¡Ahora lo entiendo! Anda, entra en el baño, mi amor, que vengo enseguida.

El buen marido fue deprisa por el vecino.

-      Joven, dicen que te gusta la señora de la Seda, la mujer del comerciante.

-      Y dicen bien, ¡me magnetiza!

-      Pues ven conmigo, y que sea lo que el destino –y la comezón de mi esposa- quiera.

El comerciante de sedas lo cogió de la mano y lo llevó hasta su casa.

-      Desnúdate, entra en ese baño del que acaba de salir mi mujer. Te pones la ropa blanca que está ahí. Poséela como lo harías a una recién casada o resérvate para varias noches, eso lo veréis vosotros. Yo adoro a mi Eugenia, mi esposa querida, pero solo estoy contento si la veo satisfecha y feliz… Cuando la hayas follado y su coñito haya disfrutado, se la meteré yo para hacerle mi pequeño regalo.

Y le hizo acostarse en la cama a la que fue su mujer al salir del baño. El comerciante se iba cuando ella tímidamente exclamó:

-      Mi querido esposo, ¿me dejas sola con un desconocido…? Quédate y, si de verdad me amas, se testigo de los placeres que solo a ti te debo.

Dicho esto besó a los dos hombres en la boca. La cama era grande y el buen de la Seda se acostó entre los jóvenes amantes. A la luz de las velas, delante mismo del marido, el vecino saltó al vientre de la joven esposa y se la clavó… ¡Ella gritaba como loca!

-      ¡Aguanta, vida mía! –exclamaba el, ahora, excelente marido, cosquilleando los huevos del vecino-, ¡Córrete querida! ¡Mueve ese culo! ¡Saca esa lengua…! Este joven va a llenarte… Y tú, húndele bien la polla… húndesela… ¡Fóllala, fóllala…!

Se corrieron como dos ángeles. Hasta seis veces se la benefició esa noche y el matrimonio quedó satisfechísimo del vecino. Éste siguió disfrutando de aquellos regodeos celestiales y sobrehumanos hasta el día en que Eugenia perdió la vida dando a luz al fruto de aquellos polvos.

12 comentarios:

  1. De momento, primera lectura rápida, me quedo con un único SORPRENDENTE! Me ha encantado y ha subido el nivel sexual y del deseo en este relato. A parte de ser una historia que llega a los límites del dar y recibir por amor por puro amor. Una mezcla deliciosa entre sexo, pasión y amor! La volveré a leer para no perder detalle. ;)

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  2. Enhorabuena Fotins has conseguido hacerme pasar de cero a cien en cuestion de segundos. Otra asi, y salgo con el motor ardiendo;))))

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  3. ¿Y cómo te quedaste en esa segunda lectura Heidi ? Espero no te hayas consumido ¿o si? ;)

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  4. Buen reprís, eso es síntoma de que tu motor funciona a la percepción, vamos como un Ferrari ;)

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  5. ¡Que gloriosos tiempos aquellos del cine al aire libre! ¡Quién hubiese pillado un Audi ¿verdad?! ... :D

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  6. Jajaja, verdad, verdad... quién hubiera pillado un Audi, y que hubiera pillado en el Audi...

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  7. Pues qué quieres que te diga FOTINS? con menos finura y menos tapujos,en la primera lectura rápida como en la segunda con más atención, pues pone y pone imaginar la excitación de la mujer y la situación, el subidón de temperatura del cuerpo es notable y acceleración en todos los sentidos. En pocas palabras, tal como ha dicho muy bien Charo, se empieza a leer y estás, ante las expectación, a 0 y en menos de un segundo ya estás a 100!!! La intención buenísima!!! El motor puesto y... mi buen marido se ha ido a dormir!!! Ays!!! Jaja!!!

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  8. Como dice la canción: me sube la bilirrubina...y de qué manera ;)

    Fotins, se te da bien el relato erótico...sigue así que sigamos leyendo y pisando motor a todo gas!!!

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  9. Lo he vuelto a leer y me ha encantado, sobretodo el hecho que ese trío era perfecto. Se entendían y cada uno tenía lo que quería y fueron felices,... en fin,... muy erótico y a la vez muy pasional y amoroso!!!

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  10. Pues nada Heidi ya sabes lo que toca: a despertar al marido, pareja o similar, no vaya a ser que se incendie la casa :D

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  11. Deberías detallar MJ de qué manera te sube no solo la bilirrubina sino todo aquello que experimente un empuje hacia arriba. barrunto que debe ser un tema apasionante ;)

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