miércoles, 29 de marzo de 2023

 EL PADRE DE LA PATRIA

Era un día normal en la vida de Jan van der Meer, un holandés de 45 años que trabajaba como profesor de matemáticas en un instituto. Se levantó temprano, se duchó, se vistió y salió de su casa rumbo al trabajo. En el camino, se detuvo en una cafetería para tomar un café y un croissant. 

Mientras esperaba su pedido, se fijó en el periódico que había sobre la barra. El titular le llamó la atención: “Demandan a donante de semen por tener 550 hijos”. Jan sintió un escalofrío. Él había sido donante de semen durante varios años, desde que era estudiante universitario. Lo hacía por altruismo, pero también por el dinero extra que le venía bien para pagar sus gastos. Nunca se había preocupado por el destino de sus donaciones, ni por la cantidad de hijos que podía haber engendrado. Pensaba que las clínicas de fertilidad se encargaban de controlar eso y de garantizar el anonimato de los donantes. 

Pero al leer el artículo, se dio cuenta de que estaba equivocado. Según la noticia, un grupo de padres y madres que habían recurrido a la inseminación artificial con semen de donante habían descubierto que todos sus hijos compartían el mismo padre biológico: un hombre identificado solo por el código JVD-001. Al investigar más, habían averiguado que ese hombre era Jan van der Meer, y que había donado su semen en más de 20 clínicas diferentes a lo largo del país. Además, habían encontrado su perfil en una red social y habían contactado con él para exigirle explicaciones y una compensación económica. 

Jan no podía creer lo que estaba leyendo. ¿Cómo era posible que hubiera tenido 550 hijos sin saberlo? ¿Cómo habían dado con él? ¿Qué iba a hacer ahora? Se sintió mareado y tuvo que sentarse en una silla. El camarero le trajo su café y su croissant, pero él no tenía apetito. Miró su teléfono y vio que tenía decenas de llamadas perdidas y mensajes de desconocidos. Algunos le insultaban, otros le pedían dinero, otros le reclamaban afecto. 

De repente, sonó la puerta de la cafetería. Jan levantó la vista y vio entrar a un grupo de personas con carteles y pancartas. Eran algunos de los padres y madres demandantes, acompañados por sus hijos e hijas. Todos tenían algo en común: se parecían mucho a Jan. Tenían sus mismos ojos azules, su misma nariz respingona, su mismo pelo rubio. 

 -¡Ahí está! ¡Es él! -gritó uno de ellos, señalando a Jan. 

-¡JVD-001! ¡JVD-001! -corearon los demás. Jan se quedó paralizado. No sabía qué hacer ni qué decir. Se sentía abrumado y asustado. Quería escapar, pero estaba rodeado. 

-Hola, papá -le dijo una niña de unos diez años, acercándose a él con una sonrisa. 

Jan no pudo evitar soltar una carcajada nerviosa. 

Aquello era una pesadilla.

"Algunas personas son tan falsas que ya no son conscientes de que piensan justamente lo contrario de lo que dicen" (Marcel Aymé, nació el 29 de marzo de 1902 y recomendó a algun@s a llevar una agenda detallada de todo lo que decían y hacían. Y no era sevillano, como el duro)

Y que cumplas muchos más de los 83 de hoy por tierra, mar y aire que nunca has tenido problema para viajar ni en tren ni barco ni avión.  Avui és un bon dia per a escapar, no perquè em busquin, sinó perquè no em trobin.


 

 

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