lunes, 10 de abril de 2023

 ALUCINACIÓN DE COLORES


Los colores del atardecer se reflejaban en la playa como un lienzo de fuego. Era la última noche de mis vacaciones y quería grabar esa imagen en mi memoria. Había sido una semana mágica, en la que había disfrutado de la naturaleza y la cultura de la isla. Había conocido a personas fascinantes, explorado rincones paradisíacos y vivido momentos únicos. Pero sobre todo, lo había conocido a él.
Él era el dueño del hotel donde me alojaba. Un hombre atractivo, encantador y generoso. Me había acogido con calidez y me había tratado con respeto y cortesía. Me había ofrecido su asistencia para cualquier cosa que requiriera y me había dado recomendaciones sobre qué hacer y qué ver en la isla. Me había invitado a cenar con él y me había llevado a bailar bajo las estrellas. Me había hecho reír, me había hecho soñar, me había hecho vibrar. Y yo me había enamorado. Me había enamorado de él, de su voz, de su mirada, de su personalidad. Me había enamorado de su isla, de su playa, de su atardecer. Pero todo se acababa. Al día siguiente tendría que regresar a mi realidad, a mi ciudad, a mi trabajo. Tendría que dejar atrás todo lo que había experimentado y todo lo que sentía. Tendría que despedirme de él y olvidarlo. No podía hacerlo. Quería quedarme con él, en su isla, en su playa, en su atardecer. Quería conservar para siempre esa belleza. Así que tomé una decisión. Una decisión audaz, espontánea, valiente. Una decisión que cambiaría mi destino. Cogí el teléfono y llamé a mi jefe. Le dije que renunciaba a mi trabajo. Le dije que no volvería. Le dije que me quedaba. Luego llamé a mi familia y a mis amigos. Les expliqué lo que había pasado. Les expresé lo que sentía. Les anuncié lo que hacía. Algunos me apoyaron, otros me reprocharon, otros me admiraron. Pero yo no les presté atención. Yo solo seguía mi corazón. Después fui a buscarlo a él. Lo encontré en la recepción del hotel. Lo abracé y lo besé. Le dije que lo amaba. Le dije que me quedaba. Él se sorprendió, se emocionó, se alegró. Me dijo que también me amaba. Me dijo que era lo mejor que le había ocurrido. Y así fue como empezó nuestra historia. Una historia de amor, de aventura, de felicidad. Una historia que nació mirando los colores del atardecer reflejarse en aquella playa.
 
"El único vicio que no se puede perdonar es la hipocresía. El arrepentimiento de un hipócrita es en sí mismo hipocresía" (Y yo estoy con quién dijo esto: William Hazlitt, nacido el 10 de abril de 1779)
 
Y que cumplas muchos más de los 36 de hoy que te acompañan con preciosa voz. Tus cumbres borrascosas son una auténtica delicia. Espero que hàgiu tingut unes molt bones al·lucinacions que no hagin fet molt santa la setmana. Petonets per a tots/tes.
 

 
 

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